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«Flaco» Centeno, diez Ligas y una Copa Centroamericana con su amado Motagua

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Llegó casi siendo un niño al Motagua, recomendado por Ramón Enrique Maradiaga, por su amor incondicional al cuadro mimado, parece mentira que pasaron 27 años de su arribo al equipo de su simpatía, porque curiosamente Carlos el «Flaco» Centeno siempre lo soñó, ya que en su casa su familia estaba dividida en dos amores deportivos: Olimpia y Motagua, pero siempre con el respeto debido, ya que su hermano José Alexander, el popular «Capi», soñaba lo mismo, pero en el Olimpia, y al final ambos lograron su objetivo.

Esa relación de hermanos y de una familia dividida por los dos grandes equipos del país fue algo anecdótico, porque solo fue una rivalidad futbolística, ya que  ambos mantuvieron un amor y respeto por el otro, sin ofensas ni palabras en los partidos en los estadios. Es más, casi nunca los vimos juntos, pero en casa de mamá y papá eran dos hermanos entrañables que se amaban y respetaban, prueba de ello fue la reacción desgarradora del «Capi» al enterarse de la muerte del «Flaco» en New Jersey: «murió mi hermanito», gritaba desesperado y desolado en los pasillos del hotel  donde los jugadores del Olimpia lo acuerparon y consolaron, pero además doble dolor porque no hay entierro familiar y no lo volvió a ver.

Foto familiar inolvidable, el Flaco y Capi juntos a su mamá.

Y es que El Flaco como le apodaron desde que llegó al club fue una persona noble que evitaba a toda costa los alegatos con sus semejantes, ya que se dedicaba muy responsablemente a su trabajo y lo hizo a carta cabal todo es tiempo, siendo el empleado más antiguo junto a don Ñel Vega y don Esteban López, quienes regresaron al club  casi al mismo tiempo que él iniciaba su largo recorrido de casi tres décadas.

Tenía una estima increíble y especial en todos los jugadores, tres generaciones lo admiraron, apreciaron. lo quisieron y lo entendieron al igual que él lo hizo porque esa tarea de sociabilizar con los futbolistas no es nada fácil, ya que son personas muy delicadas y especiales.

Desgraciadamente para este Flaco que diez vueltas olímpicas de Liga y que tenía siempre la tarea de llevar el el trofeo a los camerinos después de que la alzaran todos los jugadores y parte de la afición, ya no levantará una copa más en físico, tampoco otra centroamericana como al conseguida por Primi Maradiaga en 2007, aunque desde donde esté siempre apoyará a su amado equipo.

Pasaron tantos técnicos en el cuadro mimado y siempre el Flaco estuvo allí, quizás con el único que no cuadró del todo y estuvo un mes fuera fue el serbio Risto Vidakovic, pero el europeo rectificó y lo trajo de vuelta de las reservas.

No cabe duda de que el Flaco Centeno fue un joven muy serio y responsable, respetuoso de los demás, honrado y cabal en su trabajo, amante de todos los deportes porque fácilmente comentaba de sus amados Patriots de la NFL o de los Red Sox de la MLB, equipos de Boston a quienes vio  campeón y por eso los prefirió, pero hoy el tiempo de vida se le agotó y queda la nostalgia de haberle conocido, tratado y de ser parte de las personas con las que dialogó de muchas cosas, pero sobre todo del Motagua, su adorado equipo que llevó en su corazón hasta su última morada celestial.

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