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La sentencia Bosman cumple 30 años: el caso que revolucionó el deporte y quebró una vida
La sentencia que lleva el nombre del exfutbolista belga Jean-Marc Bosman, la más revolucionaria jamás dictada por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) en materia deportiva, cumple este lunes su 30 aniversario con la huella aún viva de las costuras que rompió en las estructuras del deporte europeo.
Cuando en 1990 el modesto jugador, que por entonces tenía 25 años, decidió dar el paso de acudir a los tribunales de su país para denunciar las trabas que le imponía el club en el que militaba, el RFC Lieja, para fichar por el Dunkerque de la Segunda División francesa, nadie imaginó la sacudida que iba a suponer para el statu quo no solo del fútbol y, de paso, para el propio Bosman.
Con 61 años, el excentrocampista permanece alejado de la escena mediática y sobrevive gracias a un salario mínimo social que le facilita la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (Fifpro) después de que el pleito enterrara su carrera deportiva y le abocara a la ruina económica.
“Un hombre más joven que yo que parece mi abuelo. Está destrozado”, le describió el abogado especialista en Derecho Deportivo y en Derecho Internacional Juan de Dios Crespo cuando se encontró con Bosman hace cinco años.
De Dios Crespo hizo esta revelación en una jornada organizada el pasado mes de mayo por la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) con motivo del trigésimo aniversario de la famosa sentencia.
En ese foro, el letrado español recordó que a iniciativa del abogado de Bosman, Jean-Louis Dupont, se hizo un llamamiento a los futbolistas profesionales para recaudar fondos en favor de Bosman para ayudarle a sobrevivir.
Solo hubo tres, entre ellos, el español Juan Mata, exjugador del Manchester United y del Valencia, que aportaron dinero en la cuestación dirigida a la persona que liberó a sus colegas de un sistema en el que los futbolistas eran rehenes de sus clubes, incluso después de haber expirado sus contratos.
El futbolista belga se retiró en el CS Visé al final de la temporada 1996-97 después de haber soñado con ser una estrella en su país cuando a comienzos de los 80 se convirtió en capitán de la selección sub21 belga.
Su proyección llevó al Standard de Lieja a ficharlo, aunque no cuajó y fue traspasado al otro equipo de la ciudad.
Al acabar su contrato y rechazar la oferta a la baja de renovación, quiso fichar por el Dunkerque, pero el RFC Lieja invocó el derecho de retención y reclamó una compensación de doce millones de francos belgas, lo que sería hoy en día unos 470.000 euros.
Las trabas a su marcha a Francia llevó aparejada la suspensión como jugador por parte de la Federación Belga, por lo que Bosman decidió emprender la demanda para poner fin a esas ataduras.
Fue el detonante de la cuestión que un tribunal belga elevó al TJUE, que en un fallo de tan solo tres puntos, provocó el terremoto al reconocer a los futbolistas y, por extensión, a los deportistas, su derecho a trabajar libremente en cualquier país de la UE.
El dictamen también tuvo otra relevante repercusión: los futbolistas comunitarios dejaron de ocupar plaza de extranjeros, con lo que cualquier club podría alinear a once jugadores de países de la UE.
El caso Bosman extendió esta condición años después a los jugadores de otros países europeos y africanos con acuerdos de asociación con la UE, lo que contribuyó a ‘universalizar’ aún más las plantillas de los equipos. EFE
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