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De Todo Un Poco

¿El ruidoso desplome de River empieza a desgastar el teflón de Gallardo?

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«¡Jugadores, la c… de su madre, a ver si ponen huevos, que no juegan con nadie!»… Uno de los cantos más airados de los hinchas de River Plate hacia su propio equipo se oyó este domingo en el Monumental de Buenos Aires.

El Millonario encajó en casa su cuarta derrota consecutiva en el torneo Clausura ante el modesto Sarmiento, que peleó por no descender, y fue la gota que rebosó la copa.

En medio de un diluvio, de agua y silbidos, unos 80.000 hinchas dejaron claro que perdieron la paciencia con los dirigidos por Marcelo Gallardo, todavía ovacionado como ídolo del club, pero que silenciosamente agota los créditos tras un decepcionante segundo ciclo como DT.

«¿Cómo no voy a entender al hincha? (…) No se dan los resultados y el hincha apoya, alienta y nos exige. Hay que devolver esa confianza», dijo Gallardo al final del partido.

¿En qué momento pasó de ser «el famoso River» que disfrutaban los hinchas a un equipo inseguro al borde de la crisis?

– Con Gallardo, sin títulos –

Tras un primer año chato, con apenas tres derrotas pero sin títulos, el River de Gallardo decepcionó en junio al quedarse en fase de grupos del Mundial de Clubes.

Con un plantel semirenovado, el Millo comenzó a desplomarse en la doble derrota ante Palmeiras en cuartos de la Copa Libertadores, y después con una seguidilla de derrotas domésticas ante Atlético Tucumán, Riestra, Rosario Central y Sarmiento.

En medio de la peor caída libre desde 1982, agravada por tres derrotas consecutivas en casa, River se lamió las heridas al vencer a Racing en cuartos de Copa Argentina, un torneo que busca ganar para obtener copa directa a la Libertadores 2026.

En el Clausura, a falta de cuatro partidos de la fase regular, incluido el superclásico contra Boca Juniors, River es 5º en el Grupo B y se aferra a entrar en los ocho hacia la fase final.

Pero la seguidilla de derrotas lo rezagaron en la tabla anual y está al borde de quedar en zona de Copa Sudamericana, lo que sabría un fracaso para un plantel millonario que se ha clasificado consecutivamente desde hace una década a la máxima cita continental.

– Fichajes y figuras en deuda –

La millonaria inversión en fichajes es otro punto de dolor para los hinchas. Desde agosto de 2024, cuando arrancó la segunda era Gallardo, River ha gastado unos 72 millones de dólares en incorporar a 16 jugadores, prácticamente ninguno indiscutible.

Algunos nombres nunca se consolidaron, como Gonzalo Tapia o Maxi Meza. Otros, como el mediocampista colombiano Kevin Castaño, el fichaje más caro en la historia del club (USD 12,8 millones), han sido muy irregulares.

Casi siete años después de la histórica conquista en Madrid de la Libertadores 2018 contra Boca, River parece aferrado a esa primera era dorada de Gallardo (2014-22), de la que continúa repatriando y acogiendo a exjugadores del equipo.

El plantel cuenta con ocho de los llamados «héroes de Madrid», seis de ellos mayores de 30 años. Además, Gallardo fue al mercado de pases por los ex River Germán Pezzela (34 años) y Sebastián Driussi (29), lesionados durante buena parte de la temporada.

Esos regresos aumentaron el promedio de edad del plantel (28,1 años) y dejaron un techo de cristal en la prolífica cantera del club, que ha dado joyas como Julián Álvarez, Claudio Echeverry o Franco Mastantuono.

A la falta de recambio se suma el reciente bache en el nivel de referentes como Miguel Borja (4º goleador extranjero en la historia del club) y el portero Franco Armani.

«Estamos convencidos de que esto lo vamos a poder revertir, porque tenemos muchos jugadores de jerarquía y experiencia», confió el martes el presidente riverplatense, Jorge Brito, a ESPN.

– Gallardo, el elefante en la habitación –

La incómoda realidad es que Gallardo, de 49 años, vive su peor momento como responsable de River.

Un creciente coro de críticos le reclama al DT la identidad voraz del primer ciclo, sellado con 14 títulos.

Al Muñeco le ha costado afianzar la zaga central y la primera línea de volantes, y frecuentemente se lo señala por alinear a jugadores en posiciones atípicas.

«El momento es jodido», pero «esta adversidad no me va a hacer claudicar», prometió Gallardo el domingo.

La ovación al Muñeco es reglamentaria en el Monumental antes de cada pitazo inicial, pero el teflón del DT enfrenta una prueba ácida ante su peor racha, la posibilidad de cerrar un año en blanco y la exigencia del presidente de mejorar.

«Gallardo es el principal responsable del presente futbolístico», pero «nadie está pensando en un cambio de directora técnica», dijo Brito.


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