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Cinturón negro: Ricardo Castro Romero

Publicado

Por: Sensei Mauricio Ramírez.

La historia de hoy nos lleva a conocer a Ricardo Castro Romero, destacado Cinturón negro en Kung Fú e Instructor de defensa personal militar, policial y civil-Combate en corto (Close Quarter Combat).

«Mi Historia comienza a finales de la década de los 70 en el Centro de Recreación «La Isla», cuna de muchos artistas marciales reconocidos aún en la actualidad», recordó.

Un detalle que de niño no era combativo, era todo lo contrario: «No era un niño valiente, sino todo lo contrario, estaba lleno de temores, me refugiaba en la natación, de donde vino mi apodo de «Pescadito»», recordó.

Sin embargo, tenía una conexión y atracción por el Kung Fú: «Admiraba a todos los que practicaban Kung Fú y Judo, entre ellos mis hermanos mayores Javier y Miguel Barrientos con el Si-Fú Jorge Collier Cambar», reconoció.

A pesar del temor, vino una etapa en donde se lo quita y pierde temores: «Después de pensarlo mucho y la motivación de mi Madre, Nohemy Romero, quien era Trabajadora Social del Centro La Isla, fueron con el Maestro Japonés Yoshida de Judo en 1979», dijo.

Rápido le encontró sentido a practicar este bello deporte: «En 1983 se estrenaba un joven instructor (siempre en La Isla) el cual ya tenía una reconocida trayectoria como competidor, campeón en muchos eventos, mi hermano Mike Barrientos y me uní a su grupo de Kung Fu que más adelante tendría el nombre de Escuela de Kung Fu Yip Man, la aventura de mi vida comenzaba, conocí la verdadera adrenalina que corría por mis venas», afirmó.

La tarea no solo fue entrenar, sino buscar nuevos talentos: «En el año de 1987 tuve la asignación de parte de mi Maestro Mike, de buscar niños con talento y tuve la oportunidad de conocer a los hermanos Douglas y Walter Luna, luego interrumpí mi práctica porque fui a estudiar a los Estados Unidos, donde tuve la oportunidad de ser cadete en el R.O.TC. (Reserve Officers Training Corps), regresando a mi amada Honduras y reincorporándome a mi escuela Yip Man a inicios de los noventa», comentó.

A su retorno al país, por fin, obtuvo lo soñado, su cinturón negro: «Logré obtener mi cinturón y así la oportunidad de empezar mi propia Escuela de Kung Fú, Cha Kuen/ Control de Movimientos, teniendo solo tres alumnos y gracias a Dios en tres meses ya eran treinta», dijo con orgullo.

Su vida como atleta no ha sido tan sencilla como la gente cree: «No es un camino fácil, pero las vivencias obtenidas sumando la experiencia es algo incomparable, ya que amos las artes marciales», apuntó.

En su historia con las artes marciales no solo practicó el Kung Fu: «También practiqué un poco de Tae Kwon do, además de unos meses con el Sensei Mauricio Ramírez en Kenpo Karate, un gran exponente marcial y por medio de mi amigo Douglas Guillermo Calderón, conocido como MEMO (Q.D.D.G.) fui introducido al Krav Maga de Israel», comentó
Un hecho importante es que para él es que las artes martes tienen un sabor especial: «Allí pude saborear el mundo competitivo, tanto la amargura de una derrota y las glorias de la victoria, sin dejarme embriagar por la gloria del gane y reconocer la sabiduría detrás de perder un combate», admitió.

Su tarea de maestro ha sido diversa a nivel colegial: «Tuve la oportunidad de impartir clases de Kung Fú y defensa personal en el Instituto Atlántida-1992-1993, Instituto San Francisco-1993-1995, Instituto Renacimiento-1995-2001, Liceo Franco Hondureño-1999- 2001, Escuela Japón- 2003-2009 e Instituto María Montessori-2003-2006. También impartí clases en mi propio gimnasio, en La Guardia de Honor Presidencial, entre otros sitios privados de entrenamiento», indicó.

Castro Romero dea un mensaje claro para los padres de familia: «Matricular a sus hijos en las artes marciales es una muy buena inversión, porque los niños aprenden a ser seguros de sí mismos, orientándoles a no rendirse ante las situaciones que enfrentarán en sus vidas», explicó.

Finalmente, se mostró agradecido por su vida personal y deportiva: «Agradezco a mi Rey y Señor Jesús de Nazaret por lo vivido, por las personas que conocí, maestros, competidores, un abrazo a cada artista marcial».

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