Fútbol Internacional
El pecado de Mohamed Salah
El cisma en Liverpool es total por la situación de Mohamed Salah. Después de tres partidos en el banquillo, dos sin jugar un solo minuto, el egipcio estalló a principios de semana y le tendió un pulso público al club que le costó quedarse fuera de la convocatoria de Champions League ante el Inter de Milán.
Este sábado podría despedirse de su afición, quizá definitivamente, contra el Brighton. «No sé qué pasará tras la Copa África», decía el delantero en la entrevista de la discordia. Tras este encuentro se unirá a la concentración de Egipto… y quizá no regrese a Anfield para jugar más.
Sería el punto final a una trayectoria legendaria. El Liverpool de Jürgen Klopp echó a ganar con el fichaje de Salah procedente de la Fiorentina en 2017. Un movimiento que elevó el nivel del ataque ‘red’ con un futbolista que allí se convirtió en tótem. Casi algo mitológico. Es sobradamente el máximo goleador del club en la era Premier League y en el global solo le superan Roger Hunt e Ian Rush. También es el cuarto máximo artillero histórico de la Liga Inglesa desde la 92-93, por encima de Thierry Henry, el Kun Agüero o Andy Cole, y con Rooney y Harry Kane a la mano.
Salah se siente un cabeza de turco en Anfield. Alguien con el que pagar los platos rotos de la caída en desgracia de un equipo que hace cuestión de dos meses lo seguía ganando todo. «He hecho mucho por este club en los últimos años y especialmente la temporada pasada. Ahora estoy en el banquillo y no sé por qué. Parece que el club me utiliza como excusa. Así me siento. Está claro que alguien quiere usarme para asumir toda la culpa», lamentaba el futbolista, cuyo mayor pecado fue utilizar el pasado para justificar por qué hoy debe ser titular.
En la forma de utilizar las palabras estuvo la diferencia. Pudo exigir más respeto de la opinión pública por todo lo que ha hecho por el Liverpool, pero habló explícitamente del banquillo y de su estatus deportivo sin haber marcado un gol desde el 1 de noviembre. Cuando Mohamed Salah está en modo Balón de Oro, su equipo escala a otra dimensión. Pero en su versión más terrenal, los datos no le apoyan precisamente. Quizá según quien los lea interpretará que es culpa de sus compañeros. Y habrá quien entienda que a veces no dio el callo cuando debía.
Un 31.1% menos de victorias cuando no marca
A lo largo de su trayectoria de ocho temporadas y media en Merseyside, Mohamed Salah ha hecho un total de 250 goles repartidos en 203 de sus 420 partidos con la camiseta roja. Cuando marcó, el Liverpool ganó 160 veces, empató 29 y perdió solo 14 con unos porcentajes de triunfos del 78.8%, 14.28% de tablas y solo un 6.8% de derrotas. Mientras, en los otros 217 en los que no anotó, los registros cambian significativamente: 59 partidos perdidos (26.58%), 57 empatados (25.67%) y 106 ganados (47.7%). Hablamos de un descenso del 31%
Pero vamos más allá. ¿Y cuando no marcó ni asistió? En 177 ocasiones, el egipcio no pudo aportar al marcador de ninguna de las formas. Algo razonable, pero interpretable de cualquiera de las dos formas que comentábamos. Y en estas ocasiones, el porcentaje de derrotas del Liverpool ascendió a un 32.2% (57), el de empates a un 27.12% (48) y el de victorias bajó a un 40.07% (72).. Esto, en un equipo que se acostumbró a pelear por todo y que con el mejor Salah de la mano alzó dos Premier League, dos EFL Cup, una FA Cup, una Community Shield, una UEFA Champions League, un Mundial de Clubes y una Supercopa de Europa.
También, en la otra cara de la moneda, se quedó a cero en dos finales de Champions -en una tuvo la excusa de la lesión en la jugada con Ramos- y en eliminaciones europeas como la del Atleti en Anfield en 2020. Y por no mirar más atrás en el historial, el equipo de Arne Slot también le echó de menos el curso pasado de marzo a mayo, cuando ya tenía media Premier League ganada (y en gran medida gracias a él), pero perdió un potencial triplete encallando en octavos de Champions League y en la final de la EFL Cup. Ni en la eliminatoria europea ni en la lucha por la Copa de la Liga marcó ni asistió. Y desde la ida contra el PSG hasta el final del campeonato hizo cuatro tantos y dio una entrega en 14 encuentros oficiales.
Estas cifras también contrastan con las del conjunto ‘red’ cuando ‘Mo’ Salah no estuvo. En ocho años y medio se quedó fuera de la convocatoria de 47 partidos, ya fuese por lesiones o decisiones técnicas. Y en ellos, el Liverpool únicamente perdió siete (14.89%), empató seis (12.76%) y ganó 34 (72.34%). El último, frente al Inter de Milán. ¿Habrían sido posibles los éxitos que logró el Liverpool sin él? Probablemente no todos, pese a la genialidad de Jürgen Klopp. Pero las luces, que son muchísimas, también tienen sus sombras. Autodefinirse por encima del bien y del mal fue el gran error de un capitán que podría estar emborronando parte de su legado por su desencuentro con un entrenador. (Besoccer)
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