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Fútbol Internacional

Curazao, el país más pequeño que irá al Mundial de 2026

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Curazao acaba de firmar la gesta deportiva más improbable en la historia del fútbol moderno.

La selección de fútbol de una isla en el Caribe de solo 444 kilómetros cuadrados y una población de apenas 156.000 habitantes se clasificó para la Copa Mundial de la FIFA 2026.

Para ponerlo en perspectiva, el país que es sensación tiene la misma población que la ciudad española de San Cristóbal de La Laguna (Tenerife).

Este logro no es solo una clasificación, es la conquista de un título para un país que ostenta un nuevo récord: Curazao es ahora la nación menos poblada en la historia que participará en un Mundial, superando la épica de Islandia en 2018.

La paradoja neerlandesa

La épica de Curazao no se explica por la casualidad, sino por la metodología.

La selección es, en esencia, la síntesis perfecta entre el talento caribeño y la disciplina táctica de la Escuela Holandesa. Casi todos los jugadores de La Oranje Caribeña nacieron o se formaron en el sistema de fútbol de Países Bajos, jugando en clubes de élite como el PSV Eindhoven.

El artífice de esta revolución es una leyenda viva: Dick Advocaat, el venerado técnico neerlandés. Su vasta experiencia, que incluye haber dirigido en la Copa del Mundo de 1994, fue la clave. Transformó un equipo de promesas en una máquina disciplinada, capaz de competir con las potencias del Caribe y Centroamérica.

Para Curazao, la clasificación significó derrotar la historia de sus vecinos. Lideró el Grupo B de la Concacaf y en la fase final, su rival más duro, Jamaica (una selección con pasado mundialista), fue incapaz de superarlo.

El clímax llegó en la última jornada. Para clasificar, el equipo de Advocaat debía resistir la presión de Jamaica en su propia casa, Kingston.

El resultado fue un empate 0-0, el triunfo de la solidez defensiva y la gestión del resultado. Fue un triunfo de la disciplina sobre el caos, un logro que envió a Jamaica a la repesca internacional que se jugará en marzo.

El propio Advocaat, que siguió el partido a la distancia desde Países Bajos, reveló la intensidad del momento, demostrando que este logro fue único en su carrera:

«Estaba completamente agotado después del partido, mucho más que cuando estoy en el campo. Puedes organizar las cosas exactamente como quieres, pero pierdes toda tu energía. Este fue un partido muy importante», dijo a periodistas.

Frente a Jamaica, Advocaat no dirigió a Curazao desde el banco por motivos personales, pero tuvo el respaldo de los dirigentes de la federación de fútbol de la isla y su buena labor se vio reflejada por lo que hicieron sus dos asistentes técnicos.

La celebración en el ‘hogar de la diáspora’

La ironía de esta hazaña es que el Estadio Ergilio Hato en Willemstad ha servido en ocasiones como refugio para otras selecciones caribeñas, como Haití, que no pueden jugar en casa.

Ahora, ese estadio es el centro de una celebración abierta y ruidosa, un estallido de orgullo nacional que pone a Curazao en el mapa global por su talento.

El triunfo de Curazao es el reflejo de que la planificación y la organización pueden superar cualquier barrera demográfica.

Advocaat resumió el espíritu de esta improbable hazaña que convierte a Curazao en el país más pequeño que jugará la Copa del Mundo: «Fuimos a los lugares más locos en las eliminatorias, jugamos en los peores campos… Pero al final, llegamos a donde los chicos soñaron: el Mundial en América», destacó.

El triunfo de Curazao es el triunfo de la organización sobre el azar, y el ejemplo perfecto de cómo una isla diminuta puede, con la estrategia adecuada, conquistar el mundo. EFE


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