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Fútbol Internacional

Duarte disfraza los males del Atlético

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Un gol en propia meta de Domingos Duarte disfrazó un mal partido del Atlético de Madrid, que ganó 0-1 al Getafe en el Coliseum y mostró de nuevo su cara más sombría, aburrida y espesa de otros momentos del primer tramo del curso.

Por lo menos el equipo de Simeone sumó su quinta victoria consecutiva en Liga y se mantiene en la pelea por el título, cerca del Barcelona, a tres puntos (a la espera del partido del Real Madrid). Pero lo consiguió mostrando todas las carencias que casi siempre salen a la luz cuando juega fuera de casa.

Si había un estadio que podía convertir de nuevo al Atlético en un equipo dubitativo, ese no era otro que el Coliseum, un escenario ideal para recaer de enfermedades pasadas. La cuidada racha de los hombres de Simeone, cuatro victorias consecutivas en Liga, incluía tres puntos en el Benito Villamarín, su única victoria a domicilio este curso.

Ese es el gran ‘pero’ del Atlético de Madrid, algo descuidado lejos del Metropolitano. Necesitaba cuidar el impulso de esa buena racha con la que se colocó a seis puntos del líder antes del inicio de la jornada, el Real Madrid, pero el Getafe no se lo iba a poner nada fácil.

Y más cuando ambos entrenadores, Bordalás y Simeone, se empeñan en ofrecer derbi tras derbi ideas para anularse mutuamente descuidando el espéctaculo. Casi siempre, cuando hay un Getafe-Atlético en el Coliseum, brilla el conservadurismo y el músculo.

En esta ocasión, los dos técnicos apostaron de nuevo por eso. El Atlético, saltó al terreno de juego con una línea de cinco defensas que cojeó pronto con la marcha de Llorente al cuarto de hora por un pisotón de Mario Martín. Entró en su lugar Griezmann y Nico González pasó al lateral derecho.

Enfrente, Bordalás apostó por colocar a Djené, un central experimentado, en el centro del campo por delante de la defensa para taponar la salida de la pelota del conjunto rojiblanco. Y, arriba, una isla con Borja Mayoral.

Con esos planteamientos, sucedió algo previsible: sopor y poco fútbol. El Getafe lo intentó con presión arriba y con salidas rápidas al contragolpe. El Atlético, igual. El resultado, la anulación total con dos momentos de sobresalto para el sufrido público de las gradas.

El primero, al inicio del partido. Lo protagonizaron Nico y Soria con un paradón del portero del Getafe a un remate a bocajarro de cabeza del argentino. Y el segundo, al borde del descanso, con distintos nombres: centro de Juan Iglesias y cabezazo de Mayoral a las manos de Musso.

No hubo más. Fueron 45 minutos horrorosos para mandar al contenedor del fútbol. El Getafe, por lo menos pareció darse cuenta y en un arranque de honor salió de los vestuarios más eléctrico y vertical. Adelantó líneas y al inicio del segundo acto jugó en el campo del Atlético.

Simeone reaccionó sacando del campo a Julián Álvarez y a Koke. Entraron Sorloth y Raspadori. Sobre el tapete, colocó a dos delanteros, se olvidó de la defensa de cinco y con media hora de reloj intentó dar un giro a la espesura de sus hombres.

Con esa decisión, el Atlético por lo menos consiguió frenar el ímpetu del Getafe. Incluso dio un paso adelante y avisó con un tímido intento de Griezmann y un disparo de Pablo Barrios que provocó el vuelo de Soria, precedente de su segundo paradón del guardameta azulón.

Respondió a un intento envenenado desde fuera del área de Raspadori. Iba teledirigido a su palo derecho, muy ajustado. Pero la manopla de Soria respondió justo a tiempo para frustrar a un equipo frustrado por su mal juego y por las apariciones del meta del Getafe.

Para el Atlético pudo salir cara si hubiese entrado o el cabezazo de Nico González o el disparo de Raspadori. Un gol, solo uno, seguramente habría provocado el olvido de un mal partido. Con tres puntos, se lamen mejor las heridas. Y el deseado tanto llegó, en el momento justo, al final del choque y con un gol en propia meta de Duarte.

Fue Baena quien inició la jugada con un buen cambió de juego desde la banda derecha hacia la contraria, por donde apareció Raspadori.

El centro del italiano, al corazón del área, lo remató el defensa portugués contra su propia portería y todo se acabó. Fue la única manera de batir a Soria y la más triste para celebrar una victoria pírrica del Atlético, que incluso se llevó un último susto: Arambarri, casi al final, se encontró con el larguero. Simeone respiró aliviado. Su equipo ganó, pero no convenció.


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