Béisbol
Mets retiraron el número 5 de David Wright

Para cuando David Wright entró a la sala de prensa del Citi Field la tarde del sábado, los rostros de su pasado ya lo esperaban allí.
En una fila de sillas estaban algunos de sus excompañeros más queridos: Daniel Murphy, Michael Cuddyer, Joe McEwing. También estaban sus antiguos managers, Terry Collins y Willie Randolph. Decenas de empleados de los Mets y miembros de la prensa —muchos conocidos por Wright desde sus días como jugador— llenaban la sala.
Detrás de ellos, el dominicano José Reyes llamaba la atención haciendo bromas con su esmoquin burdeos y sombrero a juego.
“Se siente casi como cuando vuelves a casa después de un largo viaje”, dijo Wright. “Estuviste lejos, y por fin tienes la oportunidad de volver.”
Antes de que los Mets lo seleccionaran en el Draft amateur del 2001, Wright nunca había estado en Nueva York, ni conocía a ninguno de esos rostros. Con el tiempo, convirtió la ciudad en su hogar, acogiendo a los barrios —y más aún, a la gente que los habita.
En el camino, Wright se convirtió en el jugador de posición más destacado en la historia de la franquicia, razón por la cual regresó el sábado a Queens como invitado de honor, siete años después de su último juego.
Alrededor de las 3:15 p.m. ET, los elegidos por Wright para acompañarlo tomaron el campo: Collins, Randolph, Cuddyer, Murphy, Howard Johnson, Josh Satin, Cliff Floyd y su agente de toda la vida, Keith Miller. Reyes se unió después, con su típica puntualidad relajada. También lo hizo uno de los mejores amigos de Wright, el receptor del bullpen Dave Racaniello.
Collins recordó los primeros días de su relación con Wright, quien ya llevaba casi una década en la organización cuando él asumió como manager en 2011. Un día, poco después de comenzar, Collins estaba en el clubhouse cuando Wright entró.
“Miré alrededor”, contó Collins. “Había otros 15 jugadores ahí, y todos alzaron la vista. ‘Él está aquí. El hombre está aquí.’ Ese era el impacto que tenía”.
¿Cómo se mide semejante presencia? ¿Con estadísticas? ¿Con 242 jonrones, 970 carreras impulsadas, un banderín de la Liga Nacional? Tal vez con esto: para la 1 p.m. del sábado, el tráfico ya estaba estancado en la salida hacia Citi Field desde Grand Central Parkway, una ruta que Wright había recorrido incontables veces.
Pocos minutos después de que sus excompañeros y coaches tomaran asiento, su familia salió al terreno entre aplausos de pie, incluidos sus padres, su esposa y sus tres hijos. La mayor, Olivia Shea, tiene “casi 9” años. La última vez que pisó el césped del Citi Field fue el 29 de septiembre de 2018, cuando lanzó el primer pitcheo ceremonial antes del último juego de su padre.
El maestro de ceremonias del día, el veterano locutor Howie Rose, le entregó a Wright un jersey enmarcado con el número 5, además de un mosaico hecho con fotos de personas importantes en su vida. Los Mets también le confeccionaron una chaqueta celeste del Salón de la Fama, junto con una versión en miniatura para su hijo de 4 años, Brooks. Finalmente, dos trabajadores del estadio revelaron una placa con el número 5 instalada sobre los asientos del jardín izquierdo, lo que Rose llamó uno de “los momentos más esperados y felices” en la historia del equipo.
Luego, Wright tomó el micrófono y dio un discurso que llevaba meses preparando con esmero. Habló de esforzarse más que nadie, de quererlo más, de aprovechar al máximo su talento. Agradeció a los fanáticos de los Mets, a quienes siempre ha elogiado por su mentalidad trabajadora. Durante unos 10 minutos habló, cerrando con una mención especial para sus hijos.
Antes de subirse a un carrito de golf para dar una vuelta por el estadio, Wright mencionó que Olivia, Madison y Brooks suelen decir “de verdad de la vida” para referirse a algo que es completamente real.
De pie en el estadio donde vivió tantas alegrías, derrotas, emociones y ovaciones, Wright miró desde el podio y dijo: “Esto no parece ‘de verdad de la vida’”. (MLB en Español)
