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Andino: «Gracias fútbol, nunca se pierde cuando se juega con el alma»

Con 35 años cumplidos, 339 partidos, 70 goles en 33 temporadas, Erick Salvador Andino Portillo, atacante santabarbarense, ha decidido decir adiós al fútbol en un momento donde la vida le abre nuevos horizontes.
«Hoy me toca decir adiós a una parte de mi vida que lo ha sido todo durante los últimos 17 años. No ha sido fácil tomar esta decisión, pero lo hago con el corazón lleno de gratitud, orgullo y muchas historias que guardaré para siempre en el corazón», dijo en sus redes sociales.
Andino, que vivió sus mejores años en Olimpia y Motagua siendo campeón nueve, no olvidará sus hazañas: «Durante estos 17 años de carrera viví momentos que me marcaron para siempre. Logros que soñé desde niño y que pude alcanzar con sacrificio y entrega. Títulos, victorias, estadios llenos, celebraciones inolvidables…», agregó.
Pero como todo en la vida hay buenas y malas, no quiso esquivarlos como su descenso en Real de Minas: «Pero también días difíciles, derrotas que dolieron, lesiones que me pusieron a prueba, caídas que casi me rompieron… pero no me vencieron», apuntó.
Como un auténtico luchador se va a lo grande después de 23 temporadas en Olimpia, Victoria, Motagua, UPNFM, Real De Minas y Honduras Progreso: «El futbol me enseñó a caer y a levantarme, a luchar en equipo y que los sueños se cumplen con trabajo y dedicación Me regaló alegrías inolvidables, amistades para toda la vida y lecciones que van más allá de la cancha. De todo me llevo una lección: nunca se pierde cuando se juega con el alma», afirmó.
Como una persona correcta se va agradecido: «Quiero agradecer a mi familia, a mis padres, a mi Esposa y mis hijos por haberme acompañado en este largo camino, sin duda que los hice sentir muy orgullosos. Gracias por siempre apoyarme y motivarme a nunca bajar los brazos y que los sueños con trabajo y dedicación se cumplen», indicó.
No dejó por fuera a ex técnicos y excompañeros: «Y a quienes estuvieron conmigo en cada paso —entrenadores, compañeros, amigos y afición— gracias por creer en mí, por empujarme a ser mejor y por acompañarme en este camino», apuntó.
El adiós es duro, pero es de valientes hacerlo bien: «Hoy termina una etapa, pero el fútbol vive en mí para siempre. Porque no fui yo quien eligió este deporte… fue el fútbol el que me eligió a mí. Gracias, fútbol… por tanto», concluyó. (GG)
