El Simeone que comenzó todo, Diego Pablo, rozó el oro el siglo pasado en Atlanta-1996. Desde entonces vio a su primogénito, Giovanni, tropezar en Rio-2016 y ahora se esperanza con que Giuliano, el más joven de sus futbolistas, bañe de dorado en París a un apellido que suda fútbol.
El tercero de los cinco hijos del ‘Cholo’ ya igualó un logro de su padre, firmado en sus tiempos de provocador mediocampista: anotar en unos Juegos Olímpicos.
Giuliano, de 21 años, marcó el tanto de la caótica derrota 2-1 de Argentina contra Marruecos el miércoles en Saint-Étienne, en uno de los partidos que dio largada al torneo masculino de las justas parisinas.
El centrodelantero celebró la diana del descuento con un remate a bocajarro ejecutado en un marco especial: 28 años y 4 días después de que el ‘Cholo’ aportara el tercer gol de la victoria 3-1 contra Estados Unidos en el debut de Atlanta-1996, los Juegos del Centenario.
«Es un orgullo poder representar a la Argentina y hacerlo con este apellido, por mi papá y mi hermano, que también tuvieron la oportunidad de estar en los Juegos», dijo tras el estreno decepcionante del Grupo B.
Medalla histórica –
Giuliano es suplente habitual de la cuestionada Albiceleste que dirige Javier Mascherano, por detrás del campeón del mundo Julián Álvarez, del Manchester City, y de Lucas Beltrán, de la Florentina.
Juega con un vendaje en la mano derecha por una cábala aprendida al matador uruguayo Luis Suárez en la víspera de un encuentro del Atlético de Madrid, club que dirige su padre y dueño de su pase.
«Me contó que un día se vendó, metió tres goles y entonces no se sacó más la venda. Yo, que venía con mala racha con los goles, me dije ‘pruebo’ y me puse la venda en la muñeca. Esa vez ganamos y metí dos goles», contó recientemente al diario Olé.
En el triunfo resucitador contra Irak (3-1) el sábado en Lyon, adonde ingresó recién iniciada la segunda parte en reemplazo de Beltrán, tuvo chances de ampliar la cuenta y superar la cuota goleadora de su papá en los Olímpicos.
Diego Pablo, transformado ahora en un cotizado entrenador de movimiento propio, el «cholismo», hizo parte de un plantel de ensueño que perdió 3-2 la final de Atlanta con la Nigeria de Taribo West, Nwankwo Kanu y Jay-Jay Okocha.