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La Bicolor

Renaciendo…

Publicado

Por: José Raúl Suazo

No podíamos volver a donde estábamos. Se intentaron muchas y desacertadas resoluciones en que una y otra vez, inexorablemente, caíamos más y más, hasta casi tocar fondo.

El ranking de la región era nuestro enemigo y nos hundía cada vez más.

Ignoro qué pasó, pero en las tinieblas en que estábamos, algo o alguien encendió una luz… de esperanza.

Después de intentar nuestro último fallido experimento y constatar que nunca fue solución, un nombre fue adquiriendo fuerza y después de ciertas indecisiones, se llegó a un convencimiento.

El nombre de un entrenador extranjero que en el pasado había hecho posible que, 28 años después, volviéramos los hondureños a nuestro segundo Mundial: Sí, se trataba del Profesor Reinaldo Rueda, cuyo nombre surgió, como el Ave Fénix, mítica ave que renace a la vida después de inmolarse y, desde sus cenizas, renaciendo, remonta el vuelo para continuar su propósito de vida. Ambos, nuestro fútbol y el prestigio del Profesor Rueda, lo intentaríamos.

Un nuevo proceso recién iniciaba su vuelo. Bajo el estigma de una generación de futbolistas que muchos dábamos por no consolidada, las expectativas eran muy pobres y, no obstante eso, los resultados de esos primeros juegos fue devolviendo, de a poco, la esperanza de todo un pueblo, aunque muchos pensábamos que aún faltaban pruebas más exigentes, como las que tendríamos en el cruce contra México para clasificar a la Copa América, jugando primero en el Estadio Nacional y, posteriormente, el juego de vuelta, en El Azteca.

Ahí sabríamos del material del que están hechos nuestros jugadores y también el Cuerpo Técnico.

El juego de ida, en el Estadio Nacional de Tegucigalpa, fue espectacular, con una alineación coherente con lo que tenemos, con el coraje que nos identifica y una sorprendente manera de jugar, se impuso un fútbol que ya tiempos no implementábamos y el 2×0 se quedó corto, pudiendo haber sido 3 o 4 goles de diferencia.

En ese juego, Palma y Lozano callaron a muchos que, injustamente, dudaban de sus capacidades. Ambos goles fueron precedidos de un accionar sobresaliente de, en el primero de ellos, Palma ejecuta un pase con una alta precisión que Lozano hace un control dirigido hacia el frente y con una sutileza técnica, una frialdad propia de alguien que tiene muchos años de jugar en Europa, supera a la meta rival pasando el balón por encima de su cuerpo.

En el segundo gol se juntaron, por la banda derecha, Edwin Rodríguez pasa el balón a JOrge Álvarez, quien finta y deja atrás al lateral mexicano y antes que la pelota salga de la cancha, manda un rezago que Róches recepta y con un amago se produce la posibilidad de chutar al marco y con fuerte disparo vence a la meta rival, GOLAZOS.

En el juego de vuelta, medio mundo se ha concentrado en la actuación del árbitro y la forma que propició que México nos empatara un juego que en el global ganábamos 2×1 y que en el alargue y la tanda de penales, termináramos perdiendo.

Al margen de la actuación casera del árbitro, yo rescato cosas muchas más importantes:

1. La forma como México celebró el resultado de ese juego como si fuere un “chico” ganándole por primera vez a un “grande”.

2. Un equipo hondureño que, aun ganando 2×1, intentó varias veces la transición rápida defensa-ataque, produciendo superación numérica en la defensa de México, lo cual demuestra nuestra intención de defender nuestra ventaja, sin olvidar el arco de enfrente, al cual pudimos llegar con posibilidades de gol.

3. Más importante aún, que esos 2 juegos podrían considerarse un RENACER de nuestro fútbol al encontrarnos con un presente realmente prometedor, si seguimos creyendo que Todo es Posible, si tenemos Fe y confiamos esto no fue una casualidad, sino el producto de nuestra confianza en lo que somos y podríamos aún más, llegar a ser.

 

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