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De Todo Un Poco

Luis Fernando Suárez y su obsesión por llegar a Catar

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Cada vez que va a la heladera, Luis Fernando Suárez mira el mismo papel. Sostenida por imanes, hay una hoja que él mismo escribió en Doha, Catar, el 1 de abril, la noche que Costa Rica, el seleccionado que dirige, conoció a sus posibles rivales para la Copa Mundial de la FIFA. Cada vez que abre la heladera, al lado de las manualidades que le regala su nieto, Luis Fernando Suárez lee los mismos cuatro nombres: España, Alemania, Japón y Costa Rica. “Es que tomo mucha agua: voy mucho a la heladera y la miro todo el tiempo. Es una fotografía que siempre llega”, le dice a FIFA+.

FIFA+: Es una manera de visualizarlo…

Luis Fernando Suárez: La palabra que más mencioné durante estos días de entrevistas es obsesión, que a veces está mal vista. Yo no la quiero mirar así: hay obsesiones buenas. Y para mí la tercera Copa Mundial es una obsesión. Cuando estuve en la primera ni sabía qué era eso. Cuando llegué, vi todo, y tuve una buena performance, lo único que quería era volver. Cuando se dio lo de Costa Rica, dije: «Me la tengo que jugar, me muero si no clasifico». Hoy estoy en eso: entre la muerte y la obsesión. Ojalá sea la obsesión.

Suárez dirigió dos Copas Mundiales de la FIFA. Llevó a Ecuador en 2006, y a Honduras en 2014. Ahora busca llegar con su tercera selección, un hito que hasta el momento solo alcanzaron cinco directores técnicos en la historia. Entrenador de los Ticos, llegó al país a mediados de 2021. Un año antes, cuando todavía ni siquiera estaba en el camino hacia Catar, contó en una entrevista su máximo sueño era volver a un Mundial. Por eso, con 61 años, admite que vive días de mucho trabajo. Dice que está obsesionado con la repesca del 14 de junio contra Nueva Zelanda, y que está muy ansioso, pero con una ansiedad “buena”.

-¿Y cómo combate la ansiedad?

-Uf… por las mañanas salgo a correr o a andar en bicicleta. Eso me ayuda. Es la única manera en que pienso: cuando estoy corriendo o en la bicicleta. Luego me ocurre que leo un libro y se me ocurre una jugada. Pero es normal.

Entrenar con éxito a distintas selecciones no es para cualquiera. Hay que ser como los camaleones: adaptarse al entorno, llegarle a los futbolistas, enamorar a los fanáticos. Suárez parece haber encontrado la fórmula para mimetizarse. Son semanas de leer, conversar y escuchar a la gente. El proceso no fue sencillo en Costa Rica. Conocía poco de la cultura del país. Sin embargo, tuvo socios ideales: Keylor Navas, Joel Campbell, Oscar Duarte, Celso Borges, Yeltsin Tejeda y Bryan Ruiz, los seis futbolistas que estuvieron en Brasil 2014 y Rusia 2018, y que ahora intentarán conseguir el pase a Catar 2022.

-Son personas muy abiertas. No solo me empapé de sus experiencias, sino que también son los que más colaboran conmigo para que todo salga bien. Las primeras conversaciones que tuve con los grandes fueron muy enriquecedoras. Lo único que vi en ellos fue querer sacar esto adelante. Bryan Ruiz, por ejemplo, me dijo: «Este es mi último Mundial y lo quiero hacer de la mejor manera. Quiero colaborar en lo que necesite». Ahí es donde está todo. Tienen liderazgo, ganas de que todo funcione. Ellos me ayudan muchísimo a que el recorrido sea menos penoso. Si no contara con ellos seguramente no estaríamos en la repesca- cuenta.

-¿Recurre a ellos como referentes para que los más jóvenes entiendan la importancia de lo que están viviendo y la magnitud del partido ante Nueva Zelanda?

-Sí, claro. Lo más importante es eso: los chicos están copiando, y están copiando bien. Eso fue muy importante porque lo que vi es que son jugadores en los que yo puedo confiar para que sean el sostén. Pero creo que lo más importante era que me ayudaran con los muchachos para que respondieran a una exigencia tan alta. Y en un momento no estuvo fácil. Los grandes están ayudando mucho, y los chicos se están modelando por ellos, les hacen caso. Se están allanando las cosas. Hay una muy buena sinergia entre los dos grupos, incluso en la diferencia generacional que tienen.

-¿Esa sinergia debe estimularla?

-Uno la tiene que encontrar de alguna manera con los jugadores. Bueno, no con los jugadores: con las personas. Lo básico en esto es saber elegir, antes del jugador, a alguien que sea bueno para ser jugador de selección. Y eso no es solamente el talento. Eso es importante. Pero lo vital es su compromiso. Ahí está la clave. Creo que esos dos grupos tienen algo: uno está para aprender mucho, y el otro para enseñar mucho. Y los que están para enseñar quieren enseñar, y los que tienen que aprender quieren aprender y comerse el mundo. Cuando uno forma un buen equipo -y yo habré tenido tres o cuatro equipos buenos en mis 30 años de carrera- es cuando hay un estado mental donde todo se da. Y yo veo estas cosas en el grupo de Costa Rica: todos tiran para el mismo lado. La conformación de equipo no es armar los once mejores del país: es armar once personas que tiren para el mismo lado.

Una de esas once personas se llama Keylor Navas. Es el arquero del Paris Saint Germain y ganador de tres UEFA Champions League con el Real Madrid. Es el capitán y es un ícono nacional. Para Suárez, sin embargo, Keylor Navas es “la persona más sencilla y tranquila del mundo”.

-No tiene ínfulas. No plantea ninguna situación donde quiere llegar acá y hacer cosas distintas al resto. No. Él se concentra, conversa bárbaro con el grupo, duerme con su compañero, entrena todo el tiempo. Ayuda mucho a los chicos. Los está conociendo. Y tiene un compromiso grandísimo. La primera vez que conversé con Keylor Navas lo primero que me dijo fue: «Creo que este va a ser mi último Mundial… y quiero estar. Cuente conmigo para lo que quiera». Y él hace cosas.

Suárez lo vio hacer cosas en el campo, pero también lo vio afuera. La escena fue en la previa al partido frente a Estados Unidos. Era el último de las Eliminatorias Concacaf. La última parada antes de la repesca. El entrenador tenía una trampa para la charla técnica: en secreto, le había pedido a Celso Borges, que iba a ser suplente, que tomara la palabra después de que él preguntara si alguien quería hablar. Borges cumplió y le habló a los chicos. Los llenó de energía. Y cuando el acto acababa, Navas pidió la palabra. Era un imprevisto. El capitán miró a sus compañeros más jóvenes y les dijo: “Quiero decirles es que me siento muy bien acá. Tengo un compromiso con el país, pero estoy muy contento por lo que veo en cada uno de ustedes. Veo su compromiso, sus ganas de aprender todos los días. Y esa es la labor que tienen que mantener. Si quieren triunfar y ser los mejores, no pierdan las ganas ni el entusiasmo que les veo hoy. Yo estoy feliz por estar aquí, pero me siento más feliz por verlos a cada uno de ustedes. Estoy orgulloso de cada uno de ustedes». Costa Rica, esa noche, ganó 2-0 y consiguió su boleto para el playoff internacional.

Ese es Keylor. La gente cree que está en un Olimpo, allá arriba, y no: está en el mismo sitio. Es igualito que todos. Sabe lo que tiene, lo hace reconocer, pero con los que tiene que ser igual, lo es. Y esos son sus compañeros- revela Suárez.

Navas se sumó a la delegación de Costa Rica en Doha. Se tomó vacaciones y no viajó a los partidos de las Ligas de Naciones Concacaf. La decisión fue del entrenador. Quería darle la oportunidad a nuevos arqueros, pero sobre todo necesitaba que descanse después de una temporada agitada para estar lúcido antes del encuentro de Nueva Zelanda, el gran desafío del año.

-¿Cómo se prepararon para enfrentar a Nueva Zelanda?
-Es un partido difícil ante un equipo fuerte. Dentro de todas las situaciones que vimos, siempre tuvieron a equipos que los esperaron atrás, y ellos pudieron salir jugando. Generalmente en el último tercio de cancha abrían el juego a los extremos o laterales, y terminaban con centros para Wood, su referencia en el área. Hay que tener mucho cuidado con eso. Es un equipo potente con una fortaleza muy grande en la estatura. Juegan bien. Tienen buenas condiciones. A veces uno, como uno es de este lado, piensa que el partido va a ser fácil. Pero no. Costa Rica, en este último tiempo, tuvo que crecer mucho en su fútbol porque no empezó bien. Basamos las fortalezas en la parte defensiva. Ofensivamente mejoramos, pero todavía falta mucho por hacer. Entonces: ellos no son tan poquito como dicen aquí, y nosotros, aunque estamos bien, tenemos mucho por mejorar. Va a ser un juego para estar atento, para tener cuidado, respeto.

A pesar de la atención, el cuidado y el respeto, Suárez sabe que su obsesión, el papel de su heladera, está a noventa minutos de hacerse realidad:

-¿Sabes qué es lo que más me gustó a mí de esto que estoy viendo aquí? Que todos los convocados saben lo que nos estamos jugando. Saben lo duro que pasamos. Saben que llevamos un año remando. Y no nos queremos ahogar en la orilla. (FIFA.COM)

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