Fútbol Internacional
Simeone llegó a 500 juegos dirigiendo al Atlético
«Si somos un equipo, rápidamente encontraremos los resultados», avanzó Diego Simeone, el entrenador del Atlético de Madrid, ante su primer desafío contra el Málaga, hace ya nueve años, sin pensar más allá del partido a partido, sin intuir que alcanzaría los 500 encuentros que cumplió este miércoles.
Aquella frase data del 6 de enero 2011. Su primer duelo, en La Rosaleda, fue al siguiente día, con un empate a cero, del que no queda nadie del once titular en el actual Atlético, pero sí un futbolista que esperaba su ocasión en el banquillo: un joven Koke Resurrección, que hoy es el capitán, el tercer jugador con más partidos de la historia del club y el que más con Diego Simeone. El mejor goleador de toda esta era es Antoine Griezmann, con 133.
Es el comienzo del relato rojiblanco del técnico, que rebosa fuerza y vitalidad 500 partidos después, cumplidos en el triunfo de este sábado contra el Getafe en el estadio Wanda Metropolitano (1-0), mientras insiste en una nueva forma de ganar, diferente a la que propuso al principio, más posesiva, más ofensiva, quizá, pero sobre todo ganadora, tal y como es la mentalidad del entrenador.
«Estoy muy feliz aquí», remató el martes, antes de enfrentarse al Getafe. Son ya 301 triunfos como entrenador del Atlético (un 60 por ciento de victorias), con 118 empates, 81 derrotas, 833 goles a favor y 364 en contra entre todas las competiciones, entre los siete títulos, además, que lo convierten en el técnico más ganador del Atlético, por encima de Luis Aragonés, que logró seis. Es el único que aún supera a Simeone en cantidad de partidos con el club: 611.
Con el final aún por escribirse -de momento, tiene contrato hasta 2022 y no descarta ir más allá-, él ha sido el líder de la época con más trofeos de los 117 años de vida del club. El primero fue la Liga Europa de Bucarest ante el Athletic Club. El segundo la Supercopa de Europa contra el Chelsea, con Radamel Falcao como goleador incontestable en ambas citas, que desataron una era sensacional.
Aún era 2012. Aún eran los primeros meses del técnico, que luego ganó la Copa del Rey en el Santiago Bernabéu en 2013, la Supercopa de España en 2014, otra Liga Europa y otra Supercopa de Europa en 2018, rozó la competición de las competiciones dos veces en la Liga de Campeones (2014 y 2016)… Y, sobre todo, la Liga de 2013-14.
Quizá no hay prueba más visible e irrebatible que tal hecho, además cerrado en el Camp Nou y con una cantidad de puntos inigualable en su historia, 90, de la transformación del equipo por parte del técnico. Es el único conjunto de la última década que ha logrado conquistar el campeonato aparte de Real Madrid y Barcelona.
Porque en el currículum de Simeone aparecen los títulos, los triunfos, una cantidad incalculable de récords para la eternidad del Atlético, pero sobre todo tiene el mérito de haber obrado la mutación de un equipo que ni reconocía ni encontraba -lo había perdido- el lugar que siempre le había correspondido en la historia.
Cuando llegó Simeone, que jamás escondió que su objetivo (o su destino) cuando eligió ser entrenador era algún día el Atlético y que aguardó su oportunidad, el equipo había sido recién eliminado por un Segunda División B de la Copa del Rey, pero, más allá de eso, su devenir por la Liga era trompicado, más cerca del descenso que de Europa, mucho más próximo a la decepción que a un objetivo mínimo.
No era sólo una cuestión de aquel primer semestre de la temporada. Cierto que en 2010 había ganado la Liga Europa y la Supercopa de Europa, con Quique Sánchez como entrenador, tan cierto como que había sido un destello fugaz que no se aprovechó para consolidarlo. O como que la última Liga databa de 1996. Igual que la última Copa. O que había descendido a Segunda en el año 2000. La Champions era más puntual que habitual: de 2000 a 2011 entró en tres ocasiones.
Con lo que supone como motor económico desde cada perspectiva imaginable y como aliciente deportivo, Simeone lo ha estabilizado en esa competición. Ha jugado las ocho ediciones más recientes, incluida la actual. No sólo eso. Sólo ha caído una vez en la fase de grupos. Y ha alcanzado dos finales, quizá la última de 2016 el momento más bajo de Simeone, cuando alimentó la duda de una marcha imprevista, después de los penaltis que lo doblegaron en San Siro en la Liga de Campeones. 500 partidos después, es su desafío pendiente. EFE (HN).