Y sobre la primera vez que se puso los guantes, dijo: “Una noche fuimos a Freyre, a un local donde practicaban boxeo en el piso, pero con guantes. Tenía 11 años. Recuerdo que en broma, mi papá empezó a gritar si no había alguno para su pollo. Me pusieron uno chiquito, le di una trompada y lo mandé a la m… Me pusieron uno más grande, le metí un trompadón y desapareció”.
Al ser consultado sobre cómo entrenaba, afirmó: “Durante tres años hacía a diario 40 kilómetros y sólo me paraba la lluvia. Me levantaba a las 4, trabajaba en el tambo hasta las 6 y a esa hora empezaba a correr. Después trepaba al tractor, araba hasta las 18 y de ahí al gimnasio en moto”.
En otra parte de aquella nota se mostró muy agradecido con el empresario Tito Lectoure y sostuvo que casi todo lo que consiguió fue gracias a él: “Si bien la mayor parte de las cosas las ponía yo arriba del ring, sin sus conexiones no podría haber hecho lo que hice”.
Con sus primeras “bolsas grandes” Roldán se compró una casa en Freyre y unos campos, por lo que a diferencia de otros boxeadores pudo vivir con cierta tranquilidad tras el retiro.
En diálogo con los periodistas Luis Heredia y Gustavo Farías, Roldán finalmente habló sobre su mala noche ante Michael Nunn, que precipitó su retiro del boxeo: “Ya no tenía motivación. Los mismos sparrings que tuve cuando me preparé para pelear con Hagler y Hearns, me pegaban. Me pasó lo mismo que a Horacio Acavallo, quien, cuando faltaban 20 días para una pelea, le dijo a Lectoure: ´Tito, no peleo más porque los sparrings me pegan a mí´. En mi caso, Lectoure lloraba, no podía creer que me pegaran. Yo debería haber descansado un año, haberme sacado las mufas, y después seguir. Era joven tenía 32 años. Pero en el fondo no quería saber más nada”. (GG) (MUNDO D)