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Rusia se juega ante el TAS su futuro en el deporte mundial

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Rusia rebatirá desde el lunes ante el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS, por sus siglas en francés) su prohibición de las grandes competiciones decretada desde hace cuatro años por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), epílogo de un rocambolesco enfrentamiento con aroma a la Guerra Fría.

Exasperada por las repetidas trampas rusas, la policía antidopaje mundial pidió una audiencia pública, en el punto álgido del peor escándalo de dopaje de Estado en décadas, poniendo en cuestión la ilusión de un deporte cada vez más «limpio».

Pero ante la falta de acuerdo entre las partes, los tres árbitros designados por el TAS examinarán este caso a puerta cerrada hasta el jueves 5 de noviembre, en un lugar confidencial de Lausana, antes de fallar en una fecha todavía por comunicar.

Sin parangón en la historia de la justicia deportiva, esta litigio levanta expectativas: las de los deportistas rusos, amenazados con cuatro años sin competiciones de prestigio; las de la AMA, que realizó esfuerzos de investigación nunca antes vistos; y las del mundo deportivo, con el COI a la cabeza, a ocho meses de los Juegos Olímpicos de Tokio.

Ya en enero, el presidente de la instancia olímpica, Thomas Bach, pidió al TAS una resolución sin ambigüedad, «porque si hay margen de interpretación», entonces las federaciones internacionales podrán tener lecturas diferentes «y eso llevaría a la confusión total».

– Falsos mensajes –
Jurídicamente, el marco es más claro que antes de los Juegos de Rio-2016, donde la AMA recomendó la exclusión de los deportistas rusos rechazados por el COI, o antes de los de Pyongcheang-2018, donde el TAS exculpó a 28 deportistas rusos suspendidos de por vida por el COI, para disgusto de las instancias mundiales.

Esta vez se trata de validar o no la colección de sanciones propuestas en diciembre de 2019 por la AMA y rechazadas por la Agencia Antidopaje Rusa (RUSADA), como consecuencia de la manipulación de los archivos informáticos del laboratorio antidopaje de Moscú en el periodo 2011-2015.

En su informe, consultado por la AFP, los detectives de Montréal establecen dos tipos de manipulación: la eliminación de los rastros de controles antidopaje positivos y la introducción de conversaciones falsas que buscaban comprometer a Grigory Rodchenkov, exdirector del laboratorio que se convirtió en el principal informador de la AMA, y a dos de sus adjuntos.

La policía antidopaje aplicó por tanto el ‘ISCCS, un texto presentado en abril de 2018 que la autoriza a tomar medidas a todos los niveles: no solo Rusia está desterrada durante cuatro años de los principales eventos deportivos, incluidos los JO de Tokio-2020, Pekín-2022 y París-2024, sino que tampoco puede organizarlos en su territorio. Solo los deportistas que prueben no haber recurrido al dopaje podrán competir bajo bandera neutra.

– Como una novela de espías –
Lejos de limitarse a maquinaciones de expertos informáticos, el caso que se remonta a 2010 involucra a los servicios secretos y al ministerio de Deportes ruso, y avivó las tensiones entre Moscú y las instancias deportivas, que el Kremlin percibe como instrumentos de dominación occidental.

«Se impide, por medios poco deportivos, que nuestros deportistas alcancen los éxitos que merecen», dijo en octubre Vladimir Putin. «Ustedes saben lo que dicen los entrenadores en estos casos: cuando se juega fuera, no hay que quejarse, sino golpear más fuerte las cabezas que los rivales».

Hace diez años, la corredora rusa de medio fondo Yulia Stepanova y su marido Vitaly, excontrolador de la RUSADA, alertaron a la AMA del dopaje institucionalizado en Rusia, y luego acabaron recurriendo a la cadena alemana ARD, que difundió desde diciembre de 2014 una serie de documentales contundentes.

El escándalo pareció convertirse en una novela de espías cuando Rodchenkov, obligado a dimitir del laboratorio de Moscú y refugiado en Estados Unidos, confesó en la primavera de 2016 que orquestó durante años el encubrimiento del dopaje ruso en coordinación con el ministerio de Deportes, dirigido en ese momento por Vitaly Mutko, próximo a Putin.

Para engañar a los observadores de la AMA en los JO-2014 de Sochi, explicó el científico, su equipo robaba las muestras de orina de los deportistas rusos por un «agujero en la pared» que llevaba a un miembro del FSB, el servicio secreto ruso. El espía, disfrazado de agente de mantenimiento, abría la tapa supuestamente inviolable con una herramienta de cirujano manipulada para ello, y sustituía el contenido por la orina «limpia» almacenada con antelación. AFP (HN).

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