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De Todo Un Poco

John Blankenstein, el primer árbitro que contó que era gay

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Foto: @ReglaXVIII_

Por tradición familiar, John Blankenstein debía dedicarse al fútbol. Su padre jugaba, y también lo hacían su hermano y su hermana. Sin embargo, sus mediocres desempeños con la pelota en los pies lo obligaron a tomar un camino diferente, pero no tan alejado. Cuando tenía 17 años, decidió ser árbitro. Por esos tiempos, además, salió del clóset y contó abiertamente que era gay.

John Blankenstein había nacido el 12 de febrero de 1949 en De Bilt, un pueblito de Holanda. Con el tiempo, la familia se mudó a La Haya y allí el joven empezó su carrera como árbitro de fútbol, primero en el amateurismo y luego en la liga profesional. Sus buenas actuaciones le valieron elnombramiento como internacional, mérito que lo llevó a dirigir partidos en distintos países de Europa.

Su orientación sexual nunca fue un secreto. Ni para su familia, ni para el mundo del deporte. En un ambiente aún machista y homofóbico como el del fútbol -que lo era aún más en las décadas de 1980′ y 1990′- el holandés supo construir una destacada carrera.

“A veces los fanáticos le gritaban cosas, pero él no pensaba que era porque fuera gay, sino sólo por ser árbitro. Él era muy relajado sobre el tema y decía que no era personal, que en esos momentos él estaba concentrado en el partido y que querían distraerlo con las cosas que le gritaban. Lo único que decía era que si un día un jugador lo miraba a los ojos y le decía algo sobre ese tema, ahí sí sería personal”, contó Karin Blankentsein, hermana de John, en una charla telefónica con Infobae.

Dirigir partidos en Holanda, Inglaterra o Alemania no le traía mayores problemas a John. La preocupación para su familia era cuando le tocaba ir a Rusia, un país que históricamente ha tenido políticas discriminatorias respecto de la comunidad LGBTIQ+. Sin embargo, en esos años todavía no existía internet como hoy y las noticias respecto de la orientación sexual del árbitro no llegaban hasta allí. De hecho, en Rusia, el holandés vivió algunas situaciones insólitas como la vez que los dirigentes de un club lo invitaron a una lujosa cena con muchas mujeres. El objetivo de aquellos dirigentes era tentarlo con esas acompañantes para que cobrara a favor de ellos dentro del campo de juego. Nunca ni siquiera pensaron que al referí podían gustarle los varones en realidad.

Blankenstein tuvo una buena carrera y nada daba a pensar que el que debía ser el mejor día de su vida se transformaría en su peor pesadilla.Barcelona y Milan iban a disputar la final de la Champions League de1994 y él había sido elegido para ser el árbitro de aquel encuentro. Ese iba a ser el momento cumbre de su trayectoria, pero cuatro días antes del partido llegó una comunicación a la Asociación de Fútbol Holandesa. La carta informaba que John había sido corrido de ese partido ¿La razón? En Barcelona jugaba el defensor holandés Ronald Koeman y el entrenador era el legendario Johan Cruyff, por lo que se pensaba que un juez de la misma nacionalidad podría demostrar cierta parcialidad.

Esta explicación nunca satisfizo a John y, hasta el día de hoy, su familia esgrime otra hipótesis para su apartamiento de la final. “En ese momento el dueño del Milan era Silvio Berlusconi y él no es una persona muy gay friendly. Estamos casi seguros de que esa es la verdadera razón. Si hubiera sido por lo que nos dijeron en primer lugar, ningún árbitro podría estar al frente de un partido internacional entre clubes ya que siempre hay algún jugador de tu país”, señaló Karin, quien hace unos años recurrió a algunos contactos para dilucidar si sus sospechas eran ciertas, pero nunca logró confirmarlas. La tristeza invadió a John luego de esa decisión y su hermana lo vio derramar algunas lágrimas. Ese mismo año se retiró del arbitraje profesional.

Aunque era abiertamente gay, Blankenstein no fue un activista durante sus años como árbitro. Recién cuando se retiró comenzó a ponerse en contacto con organizaciones de la comunidad LGBTIQ+ y se convirtió en un referente. Esto le trajo algunos problemas con laAsociación de Fútbol Holandesa, donde había comenzado a trabajar tras dejar el arbitraje. “A la institución no le gustaba lo que él hacía. En aquel momento pensaban muy diferente a hoy. El presidente de ese momento era anti-gay y eso era un problema para John, pero él dijo: ‘Estoy orgulloso de ser quién soy y quiero trabajar para mi comunidad’”, recordó su hermana.

Durante su carrera, John había conocido a muchos futbolistas que eran homosexuales, pero que no lo decían públicamente. Muchos de ellos hasta tenían esposa e hijos. Él pensaba que era triste y que no era justo que tuvieran que esconder su verdadera identidad o que se sintieran obligados a mantenerla en secreto para continuar con sus carreras. Por esocomenzó a trabajar para que el ambiente del fútbol -y del deporte en general- se volviera un espacio seguro para aquellos que decidieran salir del clóset.

El 1° de julio de 2006, cansado de sus diferencias con los directivos, dejó de trabajar en la Asociación. “Soy libre, ahora puedo hacer lo que quiero”, se dijo a sí mismo, pero no logró cumplir su sueño. Menos de dos meses después, el 25 de agosto, murió a los 57 años producto de una enfermedad renal. Karin, su hermana, decidió que sus ideas no podían quedar truncas y tomó la responsabilidad de continuar con su legado. Se reunió con algunas personas que compartían sus intereses y en diciembre de 2008 creó la Fundación John Blankenstein, una institución que tiene por objetivo terminar con la homofobia y con el tabú de la homosexualidad en el fútbol y en los deportes en general. La entidad, que comenzó como una iniciativa pequeña pero que con los años comenzó a tener mayor trascendencia, busca crear un ambiente seguro para que los y las atletas puedan expresar su sexualidad libremente.

En diálogo con Infobae, Karin, actual presidenta de la Fundación John Blankenstein, reflexionó respecto de cómo abordar esta temática y dio detalles del trabajo de la entidad.

– ¿Por qué la homosexualidad sigue siendo un tabú en el fútbol masculino?

– En el mundo del fútbol es muy difícil salir del clóset. Pasaron muchos años y la situación sigue siendo igual. Yo lo entiendo: un buen futbolista puede jugar y ganar dinero solo durante unos 15 años. Recién después puede retirarse y relajarse. Pero eso es sólo para algunos, hay muchos que no tienen tanta trascendencia y que ganan muy poco dinero. Entonces, van a jugar a países como Inglaterra, Alemania o Bélgica, pero hay países como Rusia o los de Medio Oriente en los que no aceptan a los gays. La realidad es que su carrera es muy corta y que muchos jugadores se van afuera para ganar dinero para cuando sean grandes y eso es mucho más difícil cuando eres públicamente gay. Hay países a los que no puedes ir, incluso hoy en día.

– ¿Cuáles son las tareas que emprenden desde la fundación?

– Una de las cosas más importantes son los talleres. Vamos a los equipos y hablamos con los jugadores, los entrenadores y los dirigentes sobre estos temas. Nuestras charlas no son para sacar a la gente del clóset ya que esa es su decisión, no la nuestra. Vamos a clubes profesionales y amateurs, como así también a instituciones de otros deportes. En los talleres hablamos con jóvenes de entre 15 y 18 años. Ellos no saben que la persona que les da la charla es gay. Entonces, les preguntamos qué piensan de las personas gays y qué es lo primero que se les viene a la cabeza cuando escuchan esa palabra. En las respuestas nos dicen de todo y eso está bueno porque se sienten libres de hacerlo. Luego, la persona que da el taller les cuenta que él es gay. De repente, los jóvenes se dan cuenta de que dijeron de todo y que la persona que estaba frente a ellos no se enojó. Entonces, les pedimos que se imaginen que están jugando durante tres o cuatro años con un equipo y que, de repente, un compañero sale del clóset. ¿Qué pensarían de él? ¿Que ya no es más un buen jugador? ¿Que ya no es más su amigo? Creo que esa es la mejor manera de hablarlo. Lo que sucede es que muchas veces sus ideas están influidas por la religión y hay jugadores que piensan que les daría miedo jugar con un compañero gay.

– ¿Miedo de qué?

– Piensan, por ejemplo, que un compañero gay los va a mirar en las duchas. Ahí es cuando nosotros en los talleres les preguntamos si alguien les hizo eso antes y todos dicen que no. Entonces les preguntamos por qué alguien lo haría a partir de ahora. También les decimos: ‘A vos te gusta un tipo específico de mujeres y a los chicos gays también les gusta un tipo específico de varones. Tal vez tu compañero piensa que vos sos feo’ (risas). Tenemos que hablarlo con humor para lograr una buena energía en los talleres. Nunca les decimos que lo que ellos piensan está mal porque esos jugadores tal vez crecieron en casas en las que sus padres les decían que ser gay está mal. ¿Quiénes somos nosotros para hablar mal de sus padres? Lo único que queremos es poner una semilla en su cabeza y que esta tal vez crezca. Con esto que hacemos creemos que algún integrante de un equipo podría animarse a contarles a sus compañeros que es gay y tal vez él dentro de diez años sea un buen jugador de fútbol.Eso es lo que deseamos. También sucede que aquí en Holanda cada vez vemos más chicos o chicas que tienen dos papás o dos mamás Eso quiere decir que en unos años vamos a tener jugadores de fútbol con dos papás o dos mamás. También pensamos en eso.

– ¿Por qué creés que en países como Argentina u Holanda la sociedad es progresista en muchos campos -con leyes como la del matrimonio igualitario- pero en el deporte la homosexualidad sigue siendo un tabú?

– Los varones creen que los gays no son fuertes, entonces no los piensan como jugadores de fútbol o como árbitros y ese es un problema. No pueden imaginarse que un buen jugador de fútbol pueda ser gay y ese es un pensamiento estúpido. Muchas veces se piensa que los jugadores no salen del clóset por miedo a la reacción de los hinchas, pero ellos son solo una pequeña parte en el estadio. Esta temporada nosotros hablaremos con grupos de fanáticos sobre este tema, incluso con los más duros. No les diremos que lo que piensan está mal, pero les pediremos que nos digan qué creen que pasa por la cabeza de una persona cuando le gritan ‘gay, gay, gay’. Es como cuando a una persona de raza negra le gritan cosas en alusión al color de su piel, y hoy tenemos el movimiento Black Lives Matter. Cuando hay cantos discriminatorios contra las personas de color, podemos ver el dolor en las caras de los futbolistas, pero cuando los cantos hacen referencia a la sexualidad no, porque los futbolistas gays están en el clóset.

– ¿Por qué en el fútbol femenino hay muchas jugadoras que son abiertamente lesbianas y activistas de la diversidad sexual, mientras que en el fútbol masculino sigue siendo algo oculto?

– Porque las mujeres somos buenas personas (risas). Yo creo que nosotras nos fijamos más en las personas por quiénes son en su interior, mientras que los hombres piensan mucho más en el sexo. A los hombres les gusta ver a dos mujeres besándose, pero cuando ven a dos hombres no les gusta y hasta les da miedo. Yo juego al fútbol y cuando era más joven ese no era un problema entre las mujeres en los equipos y hoy tampoco lo es. Tal vez sea porque tenemos una mirada diferente del tema. De todos modos, pienso que esto se limita cada vez más a un grupo reducido de hombres. En Holanda cada vez se trata más el tema de los futbolistas gays, está en los medios de comunicación y la sociedad está más abierta.

– ¿Qué pueden hacer los clubes o las federaciones para ofrecer un espacio seguro a aquellos jugadores que quieran contar públicamente que son gays?

– Tienen que dejarles saber a los jugadores que el club está abierto a eso. Puede pasar también que un jugador no se lo quiera contar a todo el mundo, pero tal vez sí a algunos dirigentes. Entonces, hay que hacerles saber que pueden confiar. También hay cosas simples como la bandera multicolor. Es sólo un símbolo, pero pueden ponerla en el estadio y eso dice que allí todos son bienvenidos sin importar la religión, el color de la piel o la orientación sexual. Yo creo que los clubes tienen que decir algo sobre el tema. Aquí en Holanda, por ejemplo, cada año tenemos un fin de semana en el que los capitanes de los equipos juegan con la cinta multicolor y los clubes están cada vez más abiertos a esas iniciativas. Si tan sólo un fin de semana en el año el club demuestra ser abierto a estos temas, eso ya es muy importante para un futbolista gay.

– La Fundación John Blankenstein se ofrece como un espacio seguro para aquellos atletas que quieran contactarlos, ¿reciben muchas consultas?

– Sí, nos contactan y tenemos personas en la junta directiva que están para eso. Yo no me entero quiénes son los que se contactan, no sé sus nombres y no quiero saberlos. Ellos le confían su secreto a uno de los miembros de nuestra junta y ahí debe quedar. Así nos manejamos.

– Hace algunas semanas se hizo pública la carta de un futbolista de la Premier League que, de manera anónima, contó el sufrimiento que vive por no poder contar públicamente que es gay. ¿Conoces historias similares?

– Casi siempre es así. Está el caso del futbolista alemán Thomas Hitzlsperger, que llegó a jugar en la selección de su país y que salió del clóset hace tres o cuatro años. Él era un jugador muy fuerte, pero cuando escuchas su historia es siempre lo mismo: tenía miedo de que alguien supiera su secreto y arruinara su carrera. Las historias siempre se parecen: todos viven bajo reglas falsas, tienen una esposa y tienen hijos. Esa es su vida, entonces cuando terminan sus carreras es muy difícil que les digan a sus esposas ‘Perdón’. Es casi imposible. Entonces, ¿por qué deben vivir así ? A los futbolistas hay que juzgarlos por lo que hacen adentro de la cancha, por su calidad como jugadores y no por otra cosa, esa es su vida.

– ¿Qué cambios han logrado y qué objetivos han alcanzado con el trabajo de la Fundación en los últimos años?

– La gente hoy habla del tema. Los periodistas en Holanda y en todo el mundo hablan del tema, incluso hay algunos interesados en seguirnos en nuestros talleres. Hace cinco o seis años nadie estaba interesado y ahora todos lo están. No es solo la prensa, hoy hay mucha gente que se pregunta cuál sería el problema si un jugador de fútbol fuera gay y que dicen que lo importante es que sea un buen defensor o un buen mediocampista. Ese es el cambio que estamos viendo y estamos orgullosos de lo que logramos desde una pequeña organización en la que somos todos voluntarios. Logramos cambiar un poquito el mundo.

– En su sitio web dicen que esperan que su trabajo no sea necesario en unos años, ¿qué es lo que esperan lograr?

– Esperamos que en unos diez años -o, tal vez, menos- podamos dejar de trabajar sobre este tema, que es una de las últimas cosas estúpidas que quedan en el deporte. Cuando yo tenía 17 años y John estaba empezando en el arbitraje hablábamos de este tema. Hoy él tendría 70. Eso quiere decir que llevamos más de 50 años hablando de este tema en el deporte ¡No puede ser! ¿Por qué? Pero creemos que el deporte está cambiando.

– ¿Sos optimista?

– Sí, vemos que cada vez más países están interesados en nuestro trabajo y las mujeres juegan un rol fundamental, sobre todo las futbolistas.

– ¿Creés que veremos a un futbolista profesional salir del clóset pronto?

– Creemos que en unos cinco años eso podría suceder. Pensamos que tal vez un grupo de cinco o seis jugadores podrían salir del clóset todos juntos en un mismo fin de semana, eso sería magnífico. Más allá de eso, con los talleres que damos buscamos que los jóvenes de 15 o 16 años puedan salir del clóset hoy, y tal vez el día de mañana ellos sean los grandes jugadores de fútbol. Para ellos ya no será un secreto como sucedió con John, que tenía 17 años cuando salió del clóset. Esa es la forma más fácil. Ojalá sea así en Holanda y en todo el mundo. (GG) (Tomado de Infobae)

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