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De Todo Un Poco

El día en que Diego Forlán y Sergio García se retaron en Punta del Este

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Fue en diciembre de 2007, hace ahora 12 años. Un singular partido entre el entonces futbolista uruguayo Diego Forlán y el golfista español Sergio García concentró las miradas de muchos aficionados que se sorprendieron al ver a dos figuras -cada uno en su deporte- retándose en Punta del Este.

El escenario fue La Barra Golf Club, un exclusivo campo del balneario más conocido de Uruguay, y la apuesta: una cena pagada por el perdedor.

«Es fácil adivinar quién pagó la cena», confiesa el que fuera internacional celeste en «U-ru-gua-yo. La biografía de Diego Forlán», libro coescrito en 2010, durante su paso por el Atlético de Madrid, con el periodista español Enrique Ramón, en aquel momento jefe de prensa del club rojiblanco.

Esa singular anécdota es una de tantas vivencias personales y profesionales de «Cachavacha» en torno al fútbol que recoge el volumen y que explica por qué el golfista de Castellón será uno de los invitados este sábado al partido homenaje que se jugará en el Estadio Centenario de Montevideo y que marcará el adiós definitivo de Forlán a los botines de futbolista.

El ya técnico de Peñarol vivirá un partido entre la selección uruguaya que ganó la Copa América 2011, con nombres como Sebastián «Loco» Abreu o Diego Lugano en sus filas, dirigido por Óscar Washington Tabárez, y un equipo de Amigos de Forlán, entre los que se encuentran los argentinos Maxi Rodríguez o Juan Román Riquelme, llevado por César Luis Menotti.

ARGENTINA, INGLATERRA… Y ESPAÑA

«El Flaco», que fue su técnico en su primer equipo profesional, el argentino Independiente, recuerda en el prólogo de ese libro a Diego como «ese pibe con aspecto de estudiante de un colegio inglés».

«Pude advertir, por aquellos días de formación y de aprendizaje que, debajo de esa carita angelical, de esa sonrisa pura, de su corrección y formalidad, había una desbordante vocación de querer llegar alto para convertirse en lo que hoy es», continúa.

En ese trayecto para alcanzar la cima deportiva, en el que nunca dudó en «dejar el camino de un adolescente por el fútbol», Forlán no tuvo problemas en trasladarse a Inglaterra, país donde a pesar de militar en su adorado Manchester United -con el que, como reconoce, jugaba en la videoconsola- no disfrutó de los minutos que esperaba.

En aquella época nació lo que él denomina su «pasión por el golf» y que pudo desarrollar después en España, cuando llegó al Villarreal.

Allí conoció a Sergio García, gran seguidor del ‘submarino amarillo’, y se hicieron tan amigos que después «Cachavacha» le invitó a unas vacaciones en Punta del Este, donde se dio el mencionado duelo.

Su padre le había inyectado en las venas la palabra «sacrificio» como único lema para triunfar y, tras la agridulce experiencia en Inglaterra, por fin le llegaron los éxitos deportivos.

En el equipo dirigido por el chileno Manuel Pellegrini comenzó su exitosa carrera goleadora, ya que obtuvo el Pichichi de la Liga española y la primera de sus dos Botas de Oro europeas. Fue campeón de la Intertoto y alcanzó las semifinales de la Liga de Campeones. Además obtuvo el Trofeo Efe en 2005.

FORLÁN Y EL ATLÉTICO DE MADRID: U-RU-GUA-YO

«La primera vez que visité el (estadio) Vicente Calderón lo hice con la camiesta del Villareal. Y reconoco que ese día, definitivamente, me terminé de enamorar tanto del club como de su hinchada», explica Forlán en el libro sobre aquel partido Atlético de Madrid-Villarreal jugado el 25 de septiembre de 2004.

«La presión, la alegría, los cánticos y la forma de vivir el fútbol no son equiparables a prácticamente nada de lo que he vivido. Y reconozco que me puso los pelos de punta. (…) Ese grito de u-ru-gua-yo es mucho más. Es un orgullo representar a mi país. Que haya esa comunión entre mi afición y mi país. Es muy difícil de definir», agrega.

El cántico «U-ru-gua-yo», que aún resuena en las pocas gradas del estadio colchonero que permanecen en pie, se inauguró con Forlán y siguió después para jalear a Diego Godín -ahora también exrojiblanco- y continúa en la actualidad en el Wanda Metropolitano cada vez que Josema Giménez mete un gol con la testa.

Noventa y seis de los 309 goles de su carrera profesional -entre clubes y la selección uruguaya- los marcó con el equipo rojiblanco, siendo su cénit la final de la Europa League jugada el 12 de mayo de 2010, cuando el Atleti ganó con dos tantos suyos (2-1) al Fulham.

El italiano Inter de Milán, el brasileño Internacional de Porto Alegre, el japonés Osaka, el Mumbai indio, el Kitchee chino y, cómo no, su adorado Peñarol, al que retornó por un año e hizo campeón en 2016, completan una carrera que incluyó los mejores momentos de la selección uruguaya en las últimas décadas: el cuarto puesto en el Mundial de Sudáfrica 2010 y el título de Copa América 2011.

Aquel niño que siempre fue hincha de Peñarol, el equipo donde triunfó su padre, Pablo Forlán, y del Independiente, donde había jugado Juan Carlos Corazzo, su abuelo materno, dejará este sábado los terrenos de juego para sentarse en el banquillo a dirigir los designios del club aurinegro y seguir cumpliendo metas. EFE.

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