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Fútbol Nacional

La árbitra hondureña Melissa Borjas, un ejemplo en el fútbol

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Es la mayor de tres hermanos, mide 1,60 metros y para ganarse la vida en Honduras corre por el campo de fútbol detrás de 22 hombres durante una hora y media, impartiendo justicia con dos tarjetas y un silbato.

Esa hondureña es Melissa Borjas, de 32 años, licenciada en banca y finanzas por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), pero no ejerce esa profesión por falta de tiempo, porque le demanda mucho la primera carrera que abrazó con pasión: la de árbitro central de fútbol.

Melissa es una de las cinco árbitras hondureñas, dos centrales y tres auxiliares, con gafete de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (Fifa), lo que se ha ganado sabiendo impartir justicia en los estadios con carácter y personalidad, aunque en competiciones internacionales solamente dirige en partidos de mujeres.

En su país ejerce como árbitro central solamente en juegos de los torneos Apertura y Clausura, de hombres, porque no hay una liga profesional de fútbol femenino.

Borjas Pastrana, es la que mejor nivel ha mostrado de los árbitros nacionales en el Clausura.

«Desde que inicié los instructores acá me dijeron que mi personalidad, mi carácter, iba más acorde como árbitro central que como asistente», dijo Melissa en entrevista con Efe en el Estadio Nacional de Tegucigalpa, antes de iniciar uno de sus entrenamientos de rigor con varios árbitros, en los que solamente figuraban tres mujeres.

El miércoles, Melissa fue la árbitro central, en el mismo estadio, del juego nocturno entre el Olimpia y el visitante Vida, en el que mostró cartulina amarilla a varios jugadores, dos de ellos con unos 60 centímetros más altos que ella.

Pero eso para Melissa es normal, aunque tenga que levantar mucho la cabeza para verle fijo al rostro al espigado jugador infractor y hacerle ver que en la cancha la justicia la imparte ella.

Los comentarios en la radio y televisión sobre el desempeño de Melissa en el juego del miércoles fueron: «de muy buena actuación», «buen desempeño» y «un arbitraje sin fallas», entre otros.

«Yo inicié en el 2011 con los cursos de introducción al arbitraje (y) en el 2013 recibo mi gafete Fifa. En ese momento tenía dos años como categoría local y nacional, que es la que nos acredita en el fútbol de nuestro país, y gozaba de esos dos años afiliada ya al Colegio Nacional de Árbitros, para que la Federación me propusiera para el panel Fifa», relató Melissa.

Su carrera ha transcurrido en una época en la que el machismo, al menos en el fútbol, «se ha ido reduciendo poco a poco», añadió.

«No tuve las complicaciones de algunas compañeras antes de que yo iniciara en el arbitraje, estoy hablando de los años 90 o de 2000 hacia acá», comentó Melissa, quien en la escuela y el colegio jugó al fútbol, aunque según confesó, no es aficionada de ningún club a nivel nacional o internacional, porque lo suyo es «el arbitraje».

Sus otras compañeras «sí sufrieron», porque «fue muy marcado el machismo», dijo Melissa, quien surgió de un creciente fútbol femenino que la Fifa ha venido apoyando, igual que a las federaciones para fomentar más ese deporte entre las mujeres.

«Al ir creciendo el fútbol femenino se necesitan árbitras y se abre ese espacio y oportunidad para que más mujeres se incorporen al arbitraje y podamos ejercer» como tales, enfatizó.

Abrirse campo como árbitro no ha sido fácil para Melissa, quien en el fútbol local en 2016 solamente ejerció en un partido, en 2018 le pasó lo mismo, pero en este año lo ha hecho en cuatro.

Su situación es mejor en gran medida por ser árbitro con gafete Fifa, lo que implica competir a nivel de campeonatos mundiales o de la Concacaf (Confederación Norte, Centroamérica y el Caribe de Fútbol), con un promedio de tres partidos por cada competición.

Sobre los mundiales de fútbol femenino, indicó que lograr dos partidos es bastante para un árbitro, pero que si llega a semifinales y finales «es mayor el premio».

Melissa todavía no ha llegado a los 100 partidos como árbitro internacional, pero en su carrera lleva dos mundiales categoría Sub-20, un mundial mayor, en 2015 en Canadá, y está designada para participar en el Mundial de Francia de este año, que será el segundo a nivel mayor y para el que se está preparando.

Su disciplina diaria incluye un entrenamiento que a veces es de doble jornada, mañana y tarde, corriendo de siete a ocho kilómetros, además de ver muchos partidos de fútbol como parte del aprendizaje constante de su profesión, entre otras actividades.

En su carrera dice que no llegan a diez las cartulinas rojas que ha mostrado en partidos a nivel nacional e internacional, ni ha tenido problemas con ningún jugador o directivos de equipos.

«Mi trabajo es hacer que se cumplan las 17 reglas dentro del terreno de juego. Lo único que me interesa es que mi trabajo hable por sí solo», expresa Melissa, la única mujer de tres hermanos. EFE

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