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Fútbol Internacional

Los nervios aumentan en los bares futboleros por el Superclásico

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Faltan tan solo dos días para el partido de vuelta entre River Plate y Boca Juniors que definirá el primer Superclásico en una final de la Copa Libertadores y los nervios ya afloran en los bares de Buenos Aires en hinchas xeneizes, millonarios e incluso de otros equipos argentinos.

«Fijate que vas caminando y todo el mundo está hablando de lo mismo, nos olvidamos un poco de la economía, mirá que estamos mal económicamente, pero el partido te saca un poco de los problemas que tenés», afirma Lito Corvalán, que es hincha de Racing de Avellaneda y lo ve desde la distancia del aficionado neutral.

Corvalán, taxista veterano, hace un descanso del trabajo y se toma un expreso en uno de los bares futboleros con más solera de la capital, «El Banderín», en el barrio porteño de Almagro, donde la mayoría de los parroquianos de la mañana del jueves son de Atlanta y San Lorenzo.

Los típicos banderines que los equipos intercambian antes del inicio de los choques y camisetas históricas de River y Boca, firmadas por jugadores, visten las paredes del local mientras Corvalán, antes de hablar de fútbol, confiesa que para él, ese establecimiento es «como la madre o la abuela, es algo de siempre».

«Se vive con mucha pasión, están los dos súper nerviosos, hablás con un hincha de Boca y River y ninguno de los dos se quieren enfrentar. No podés decir quién gana de los dos porque llegan muy parejos», comenta Corvalán.

Las antiguas mesas de madera y los banderines casi centenarios del bar de Almagro se contraponen al moderno «Locos x el fútbol», del barrio de la Recoleta, un lugar preparado a medida para disfrutar de los partidos con varias pantallas en alta definición.

Su encargado, Andrés Valtorta, dice que ya tienen los 88 lugares para ver el partido cubiertos, por lo que no aceptan más reservas.

Valtorta, aficionado de Boca, tiene tanto trabajo detrás de la barra que se perderá uno de los encuentros más importantes de la historia de su club: «nunca veo un partido en el bar, es imposible verlo, en realidad lo voy sintiendo como la gente lo va viviendo».

«Capaz veo pequeños pedazos del partido pero la verdad es que el bar es tan intenso en ese momento que es imposible prestar atención», insiste el encargado de un local que, en el partido de ida de la final, tuvo afluencia mayoritaria de extranjeros.

En otro lugar turístico de la ciudad, San Telmo, la pizzería Pedro Telmo acumula escudos y banderas de multitud de escuadras argentinas, pero uno de sus camareros, Carlos Alberto Flores, señala la de River y aventura el desarrollo del duelo que se disputará en el Monumental este sábado a las 17.00 hora local (20.00 GMT).

«Y, (lo hará) como lo hace siempre, ganando todas las finales que jugó porque es el más grande, por supuesto River Plate, y va a ganarla porque no perdió una final», asegura Flores, quien al mismo tiempo se abstiene de dar un resultado por superstición.

Flores tiene el deseo de que el veterano centrocampista de River Leo Ponzio juegue «el partido de su vida» antes de retirarse, tras perderse la ida en la Bombonera por estar lesionado.

Aunque a falta de 48 horas para que ruede el balón esté con «mucho nervio», tiene fe en los pupilos de Marcelo Gallardo y analiza el partido como «diferente» al primero.

«Ahora se van a soltar un poquito más los jugadores, ya es el todo por el todo, es a matar o morir el partido, no les tiene que sobrar nada», concluye Flores mientras, frente a la pizzería, ve como unos hinchas de Boca Juniors caminan hacia el entrenamiento abierto del Xeneize para darle el último aliento al rival de River, con la Bombonera abarrotada en la tarde. EFE

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