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De Todo Un Poco

Deogratias, delantero y futuro sacerdote

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Deogratias Nyamwihula es un delantero tanzano de 27 años, rápido, siempre al límite del fuera de juego y con olfato para el gol. Llegado a Roma en 2015, no juega para la Roma ni para el Lazio sino para el Sedes Sapientiae, un equipo de seminaristas de los mejores de la Clericus Cup.
Organizada anualmente en Roma en los terrenos del estadio Pío XI, de donde hay una de las mejores vistas sobre la cúpula de la basílica de San Pedro, la Clericus Cup es la Copa del Mundo de los sacerdotes y seminaristas.
En un sábado del mes de abril, el Sedes Sapientiae, un seminario del barrio romano del Trastevere gestionado por el Opus Dei, venció al Amici della Chape, otro equipo de futuros sacerdotes, para alcanzar su tercera semifinal en cuatro años.
Deogratias, con su N.10 a la espalda, ha tocado pocos balones, pero estuvo implicado en la mayor parte de las jugadas peligrosas, provocó un penal y marcó el gol del 3-1. Tras el partido, eufórico, se sacó la camiseta para ir a saludar a la docena de hinchas que no dejaron en ningún momento de tocar sus tambores y corear «¡Forza, Forza Sedes!»
«Siempre he jugado al fútbol en mi país. Sin botas, en un terreno muy duro. Hice tantos amigos gracias al fútbol. Un partido, es como llamar a un amigo para ir a comer», dice a la AFP este aficionado del Barcelona y de Brasil, que está finalizando su tercer año de Teología.
– ‘¡Jugamos a tope!’ –
Camisa negra y cuello romano, sudando bajo el sol primaveral, el entrenador del «Sedes» José Huerta, un sacerdote mexicano, da sus instrucciones y felicita en italiano a sus jugadores llegados de México, El Salvador, Argentina, Filipinas, Ghana, Sudáfrica o Croacia.
«El fútbol es algo que nos une, más allá de las oraciones y otras cosas que hacemos juntos con muchas ganas. Pero el fútbol es algo muy lúdico, que beneficia mucho al colectivo», explica.
En la Clericus Cup, la técnica no es demasiado buena y la condición física sospechosa, pero las almas son rectas y, aunque se vea a un centrocampista brasileño del ‘Chape’ soltar algunas patadas, todo finaliza con la oración que reúne a todos los participantes en círculo en el centro de campo.
«¡Jugamos a tope! Lo damos todo, pero siempre con un espíritu, digamos, cristiano. No olvidamos que somos sacerdotes, seminaristas, religiosos, en resumen», explica el técnico Huerta.
– ‘Formación humana’ –
En la habitación austera pero luminosa que comparte con otros dos estudiantes del seminario, Deogratias cuenta su infancia «en una familia muy cristiana», con un nombre que parecía apuntar ya a su futuro y un hermano pequeño llamado Melchor, como uno de los tres Reyes Magos.
«Al crecer, fue como una historia de amor y sentí esta vocación sacerdotal. A los 17 años, quise hacer este recorrido para comprender lo que Dios quería de mi vida», explicó.
«Pero, nuestra formación no gira sólo en torno al rezo. Es una formación humana, intelectual, y una parte de esta formación humana, por supuesto, es el juego. Algunos juegan al voley, al baloncesto. Así, podemos divertirnos un poco el fin de semana, relajarnos, para empezar en forma nuestra formación el lunes», relata.
En los pasillos decorados con mapas antiguos del seminario, preguntamos a Deogratias sobre el concepto de victoria y su compatibilidad con las virtudes cristianas.
«El asunto no es ganar sino crear amistades. Y si estamos todos aquí es por la fe», explica, aunque saber perfectamente para cuando está programada la final de la Clericus Cup: «El 26 de mayo, como la de la Liga de Campeones». AFP

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