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De Todo Un Poco

De dueños del fútbol al infierno de la cárcel: La caída de un imperio

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De un pasar más que suntuoso, con viajes en primera clase o jet particulares, hoteles de siete estrellas, reuniones con caviar y champagne, vestimentas de marcas exclusivas y la infaltable alfombra roja en todo acontecimiento en el que participaban, los ex jerarcas de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) Juan Angel Napout (59, paraguayo) y José María Marín (85, brasileño) ahora deberán pasar sus días vestidos de naranja en una fría celda del Metropolitan Detention Center (Centro de Detención Metropolitana) de Brooklyn, Nueva York.

Definitivamente atrás quedaron los accesos VIP a los mejores encuentros de fútbol del planeta, como una final de Copa Libertadores, la final de la Champions League e incluso la misma final de la Copa del Mundo a donde éstos ex dirigentes no faltaban por pertenecer a la propia cúpula de la FIFA, máxima autoridad del balompié internacional.

Proveniente de una familia adinerada, con privilegios durante la dictadura, Napout siempre estuvo rodeado de confort y lujos, incluso por encima de la media de quienes tienen un buen pasar.

El juicio que duró seis semanas en la Corte Federal de Nueva York reveló los gustos refinados del dirigente paraguayo. Por ejemplo, que el ex presidente de la Conmebol llegó a recibir de la empresa Full Play (de los hermanos Hugo y Mariano Jinkis) entradas para el concierto del ex Beatle, Paul McCartney por un valor de 10.175,88 dólares además del alquiler de una fastuosa casa de verano en Punta del Este por 40.000 dólares.

Un ex asistente de Napout, de nombre Nelson Sanabria, declaró igualmente que su jefe era un adicto a los masajes corporales, la manicura y la pedicura y que su chofer se encargaba de arreglarle las citas.

En el año 2007, llegó a la presidencia de la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF) de la mano del actual presidente de la República del Paraguay, Horacio Cartes y teniendo como vicepresidente al ahora presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez. Formó parte del Comité Ejecutivo del organismo subcontinental desde ese mismo año (dirigido entonces por Nicolás Leoz) y llegó a la presidencia en agosto de 2014 (una semana después del fallecimiento del argentino Julio Grondona). Su intención era llegar incluso a presidir la misma FIFA, según había confesado al ex CEO de Torneos, Alejandro Burzaco.

Con departamentos en Miami y vacaciones por todo el mundo, el ex dirigente guaraní se manejaba en la opulencia total, mucho antes de llegar a la Conmebol, ya que también logró amasar una buena fortuna como empresario importador, principalmente, de una reconocida marca de cigarrillos norteamericanos.

A su vez, la vida de lujos y derroches tampoco era desconocido para el brasileño José María Marín quien por 5 décadas supo mantenerse a lado del poder en su país, especialmente durante la dictadura militar. Empezó temprano y fue escalando rápidamente.

Comenzó su vida política en 1963 como concejal en la rica ciudad de San Pablo, y desde ese momento Marin ya no dejaría nunca más los vínculos con el poder.

 

Llegó a ser vicegobernador y gobernador de San Pablo. En los 80 fue presidente de la Federación Paulista de Fútbol y vicepresidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), donde se mantuvo por 20 años bajo la sombra de Ricardo Teixeira, otro que tuvo una oscura dirigencia en el fútbol brasileño.

En 2012, Marín accede finalmente a la presidencia de la CBF tras la renuncia de Teixeira que saldría acosado por denuncias de corrupción. La administración de Marín no se salvó de las críticas por las irregularidades de su gestión.

En el mismo juicio que Napout, se revelaron además los gastos de su esposa, amante de los zapatos de 5.000 dólares o más, así como de ropas exóticas.

Tras su detención en Suiza y posterior extradición a EEUU, Marín llegó a pagar 1 millón de dólares para quedarse con «arresto domiciliario» en un departamento del lujoso «Trump Tower» donde permaneció hasta el último día que asistió a la Corte de Nueva York.

LA SENTENCIA Y LA CÁRCEL

Pero toda esta vida de ostentación y fastuosidad acabó el pasado viernes en el mismo instante en que la jueza norteamericana Pamela Chen ordenó que tres agentes del FBI trasladen a los declarados culpables Juan Angel Napout y José María Marín a la prisión federal de Nueva York.

Allí la vida de ambos ex poderosos hombres del fútbol mundial cambiará por completo.

Con una estricta disciplina, deberán levantarse a las 6:30 y ordenar y limpiar sus celdas. El almuerzo, comunitario dentro de la penitenciaría, se sirve todos los días a las 11:00 y la cena a las 16:00.

Vestirán un mameluco naranja y dormirán sobre un catre de cemento con un colchón encima.

Ya no habrá reuniones de negocios ni viajes de placer en lujosos hoteles. Aunque todavía no se conoce la condena de parte de la jueza Chen, no importa que sea 1 año, 5, o 20. Lo concreto es que Napout y Marín pasaron «del cielo al infierno».

 

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