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Fútbol Nacional

Ojeadores en el fútbol: A los 9 años cuando los buitres merodean

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Para el pequeño parisino Hannibal Mejbri, todo comenzó a los nueve años. «Demasiado pronto» lamenta su padre. Eran llamadas de teléfono por la noche, «consejeros» al borde de las canchas atraídos por una joven promesa, al punto de haber sido fichado en agosto por el campeón francés, Mónaco.

«Al principio, estás orgulloso, pero felizmente fuimos prudentes. Es un ambiente muy complicado. Lo que me chocó fue este fenómeno de gente malintencionada que están alrededor del fútbol, Muchos padres se creen sus promesas», asegura su padre, Lotfi Mejbri, preguntado por la AFP.

Y explica una anécdota ocurrida en un torneo de niños en Bretaña. «Era muy pequeño y jugaba con (niños) más grandes. Me buscan, alguien se me acerca y me dice: ‘Sí, estoy interesado en su hijo’. Tuve que tranquilizarle: ‘Calma señor, es aún muy pronto'».

Para evitar los enfados por los plantones, los Mejbri se organizaron, se dejaron asesorar por un abogado y, sobre todo, protegieron a su hijo, poniendo por encima de toda la cohesión familiar.

Todo el mundo se involucró en el apoyo al más pequeño de la familia: los padres, la hermana, médico y los dos hermanos. «Mi hijo mayor está siempre presente en las reuniones con los agentes, con los dirigentes, es muy importante. Una sola opinión no es suficiente. Hay que confrontar ideas. Para venir a verle nos hemos consultado», dice al periodista.

Sin legislación

Los jóvenes franceses son muy codiciados, al igual que los brasileños. Fueron respectivamente la 1ª y la 3ª nación más representada en la pasada Liga de Campeones.

El muro familiar como remedio es el mismo en el país de la Seleçao, como cuenta a la AFP Caio Lopes, de 17 años, en formación en el Vasco de Gama, uno de los grandes del fútbol brasileño.

«Hay gente que me contacta a través de las redes sociales y me preguntan si tengo agente, si todo va bien en el club. Pasa a menudo, pero yo prefiero concentrarme en el Vasco y dejar a mi abuelo y a mi agente este tipo de cosas», explica.

Hannibal Mejbri, actualmente con 14 años, ha entrado en el grupo de promesas del centro de entrenamientos de la selección francesa Clairefontaine, un claro trampolín hacia el profesionalismo. Y dentro de unos ingresará en el centro de formación del Mónaco, uno de los más reputados del país.

La familia habría recibido como prima un millón de euros, según el diario Le Parisien, aunque los Mejbri no lo confirman.

Tipos ‘malintencionados’ en las canchas los ve regularmente Fabien Caballero, que entrena al equipo Sub-15 de Boulogne-Billancourt, en la región parisina.

Cada fin se semana, hay «cinco o seis ojeadores por partido en cada cancha», explica el educador. «Algunos trabajan bien, ¡siempre hay excepciones!», asegura.

Lo que le preocupa son los «pseudo-consejeros». «Se han convertido en moneda corriente. Puede ser cualquiera: el vecino, el panadero, el entorno o yo qué sé. ¡No hay ninguna legislación en Francia!», denuncia.

«Esto trastorna»

Las cuestiones de dinero «perturban forzosamente a todo el mundo porque estamos en un ambiente donde en el mejor de los casos (los niños) proceden de la clase media. Esto puede cambiar la vida, parasita a los jóvenes, esto trastorna. Vemos a pequeños con sus padres un poco perdidos, que buscan por todos los medios gustar en lugar de disfrutar jugando al balón», lamenta el entrenador.

A partir de los 13 años en Francia, la familia puede firmar un primer contrato, un tipo de acuerdo que garantiza al niño un lugar en un centro de formación de un club dos años después y que le impide de cambiar.

Los montos de las primas por la firma son un tabú, pero Matthieu Bideau, responsable de fichajes en el centro de formación del Nantes, asegura que los grandes clubes franceses pueden llegar a pagar miles de euros y «50.000 euros, muy, pero que muy frecuentemente».

Autor del libro «Quiero ser futbolista profesional», Bideau asegura que el Nantes nunca ha pagado más de 9.000 euros.

En la Federación se trata de hacer pedagogía, pero «estamos un poco desamparados», admite el director técnico nacional Hubert Fournier. «Son gente que trabaja en la sombra. La mayor parte no tienen licencia como agentes. Están fuera de los radares. A menudo es fuera de la órbita del club, se trata en la esfera familiar y no podemos controlarlo», afirma.

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