HEROE A VILLANO

Por: Jacobo Goldsten
La temporada de 1951 ha pasado a la historia ha sido la más milagrosa en la historia del beisbol de grandes ligas. A mediados de agosto, los Dodgers de Brooklyn le sacaban 13 1/2 juegos de ventaja a los Gigantes de Nueva York. Ese margen era imposible de superar, pero los Gigantes ganaron 40 de sus últimos 46 juegos para que ellos y los Equivadores terminaran empatados, y se fueran a una serie de tres juegos para que el que ganara se enfrentara en la Serie Mundial a Yankees de Nueva York.
Los Gigante ganaron el primer partido, 3×1. En el segundo triunfaron los Esquivadores 10×0. En el último juego, Brooklyn iba ganando 4×1, faltando únicamente jugarse la novena entrada, y tenía a su lanzador estrella Don Newcombe en el montículo. Y allí fue cuando ocurrió el batazo que le dio la vuelta al mundo. Los Gigantes anotaron una carrera y tenían dos jugadores en segunda y tercera base, cuando el D.T. de los Esquivadores llamó a Ralph Branca para que protegiera la ventaja de dos carreras que llevaba el equipo. Branca  llevaba ganados 75 juegos a los 25 años de edad y había participado en tres Juegos de Estrellas. Era el adecuado para frenar a los Gigantes, pero ese no era su día y  Bobby Thomson bateó un jonrón, dándole la victoria  a los Gigantes 5×4 y llevándolos a la Serie Mundial.
Al año siguiente Branca se lastimó y sus últimas tres temporadas fueron lamentables hasta que se retiró del beisbol, a los 29 años de edad, para dedicarse a la venta de seguros de vida. El y Thomson se hicieron grandes amigos y por muchos años recorrieron el país juntos reviviendo lo que había sucedido ese día, cuando Thomson fue el héroe y Branca el villano. Ese jonrón es considerado el más famoso de todos los tiempos y Branca se pasó el resto de su vida preguntándose por qué le había tocado ser el malo de la fiesta. Branca falleció hace dos meses a los 90 años, siendo recordado mas por haber servido ese jonrón que por sus logros como lanzador.