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Béisbol

EL SENSACIONAL 1968 DE BOB GIBSON

Publicado

Por Jacobo Goldstein
(Desde Miami). – Hace pocos días el mundo deportivo estuvo de plácemes después que el lanzador zurdo de los Esquivadores de Los Ángeles, Clayton Kershaw, empató un récord de Grandes Ligas que databa desde 1968, cuando Bob Gibson, el lanzador derecho de los Cardenales de San Luis ganó por primera vez en la historia los dos títulos, el de Mejor Lanzador de la Liga Nacional (el Premio Cy Young) y el Jugador Más Valioso de la Liga Nacional.
Le tomó exactamente 46 años a Kershaw igualar la proeza de Gibson, que pasará a la historia como el mejor lanzador de los pelirrojos Cardenales de San Luis, Missouri, la capital cervecera de los Estados Unidos.
Durante el año, Kershaw tuvo el mejor récord de ganados y perdidos de su liga, fue el líder en bateadores ponchados y en carreras limpias permitidas, precisamente los mismos galardones que logró Gibson en su año histórico de 1968. Pero Karshaw, pese a su sensacional año en el montículo, no pudo llevar a los Esquivadsores a la Serie Mundial de este año mientras que Gibson sí cargó en sus hombros a los Cardenales para que salieran campeones de la Liga Nacional. Y fue en el primer juego de esa serie que Gibson ponchó a 17 jugadores, rompiendo el récord de 16 ponches en un juego de Serie Mundial que había establecido el mejor lanzador zurdo de los últimos 65 años, el espectacular pitcher zurdo Sandy Koufax, de los Dodgers (Esquivadores) de Brooklyn y después de Los Ángeles.
Pese a que en la Serie Mundial de 1968 los Tigres de Detroit, de la Liga Americana, vencieron a los Cardenales, cuatro juegos a tres, Gibson no solo ponchó a 17 jugadores en el primer juego y ganó los tres partidos en que lanzó en esa serie, sino en que en los tres partidos en que participó y ganó, ponchó a 35 bateadores. Sus 17 ponches en el primer partido rompió el récord de 16 establecidos por el gran lanzador zurdo de los Esquivadores de Los Ángeles, Sandy Koufax, y los 35 ponchados por Gibson en una serie constituyen otro récord de Grandes Ligas, dos récords que ya llevan 46 años y que dudo que algún día sean superados.
Bob Gibson nació en Omaha, Nebraska y el niño afroamericano sufrió numerosas enfermedades cuando era menor de edad, que afortunadamente pudo superar y fue un gran atleta en la escuela preparatoria y en la Universidad de Creighton, donde no solo era bueno en el béisbol sino que fue astro en baloncesto colegial y también se destacó en carrera y pista.
Él era tan bueno en baloncesto que los famosos Trotamundos de Harlem lo contrataron para que jugara una temporada con ellos, pero los Cardenales lo persiguieron hasta que lograron firmarlo. Volvió a jugar otra temporada con los Trotamundos hasta que los Cardenales le duplicaron el salario para que se dedicara de lleno al béisbol, donde como ya todos sabemos, brilló con luz propia.
Debutó a los 24 años de edad con los Cardenales el 15 de abril de 1959 y durante sus 17 años con ese equipo de San Luis, la única escuadra con la que jugó en las Grandes Ligas, Gibson ganó un total de 251 partidos, tuvo un promedio de carreras limpias de 2.91 por cada nueve entradas lanzadas, y ponchó a 3,117 bateadores. Tuvo cinco temporadas en las que ganó 20 o más partidos, fue miembro del equipo que ganó las series mundiales de 1964 y de 1967 y dos veces (en 1968 y1970) se hizo acreedor del premio Cy Young como el mejor lanzador de la Liga Nacional. Y por supuesto, en 1968 rompió los récords establecidos al haberse alzado con los galardones del Cy Young y del Jugador Más Valioso de su liga.
Además, durante su larga carrera en el montículo, ganó nueve veces (entre 1965 a 1973) el Guante de Oro como el mejor fildeador entre todos los serpentineros que militaban en la Liga Nacional. y también lanzó un juego sin permitir carreras ni imparables, un no-hit game como se le llama en inglés. Su último partido con su equipo se llevó a cabo el 3 de septiembre de 1975, día en que se jubiló para siempre, después de haberle traído tanta gloria a su escuadra.
Los Cardenales retiraron para siempre su camisola número 45. Fue electo al Salón de la Fama de las Grandes Ligas en 1981, exactamente a los cinco años de haberse retirado del engramado, que según los reglamentos es el plazo mínimo que debe esperar cada jugador antes de poder ingresar a esa catedral de los más grandes beisbolistas. También pertenece al Salón de la Fama de los Cardenales y fue escogido por periodistas deportivos estadounidenses como uno de los 100 mejores jugadores de todos los tiempos.
Una estatua de Gibson está colocada en el área de ingreso al estadio Busch de los Cardenales y su número (45) es parte de los trofeos más honrosos que se despliegan en el estadio donde tanto brilló.

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