Fútbol Nacional
¡“Chespirito”! Pequeño gigante del arbitraje
Hablar en el ámbito deportivo nacional del exárbitro de Liga Nacional, Juan Rubén Ramos, para muchos sería un tema desconocido, pero si mencionan al exsilbante de baja estatura y de un enorme parecido al comediante mexicano Roberto Gómez Bolaños, rápido llega a la mente el recordado tocapitos apodado de cariño, “Chespirito” (Ramos).
Su vida dio un giro inesperado desde que una tarde dominical, cuando hacía sus funciones de juez de línea, el fallecido periodista Diógenes Cruz García le apodó “Chespirito”, que lo hizo ser uno de los más famosos personajes del balompié catracho y muy popular en todos los campos a nivel burocrático, en los cuales con su silbato en la boca, dirigió muchos juegos.
Querido por los jugadores, solicitado por el público y muy singular al momento de tomar decisiones dentro del campo, así se describe uno de los árbitros más pequeños (1.58) que ha tenido el gremio arbitral hondureño y que hoy relata lo que califica de sus mejores momentos en la vida, cuando se vestía de negro y corría más que el balón para ser firme y contundente al momento de alertar con el silbato.
¿Cómo fueron sus inicios en el arbitraje hondureño?
Yo arbitraba a nivel burocrático por hobby, y una tarde el señor José Manuel Andino Pinel, ya desaparecido, me vio como lo hacía, y al final del juego me dijo que me iba a llevar a la filial de árbitros, algo que me ilusionó mucho, pues pensaba arbitrar en el estadio, hasta que se me dio y comencé como juez de línea, no se conocía eso de asistente.
Antes de arbitrar, ¿jugaba fútbol?
Claro que sí, toda mi vida ha estado ligada al fútbol, hasta de portero le hacía, jugaba con todos mis hermanos a nivel burocrático, pero creo que yo traía ese don para arbitrar, porque después de jugar me ponía con el pito.
¿A qué edad inició en el arbitraje?
Ya lo hice algo maduro, pues comencé de manera profesional a mis 32 años, pero la edad no fui impedimento para sobresalir, pues me gustaba mucho, nunca tuve nervios, y eso que antes los estadios se llenaban.
¿Antes como se preparaban los árbitros?
Era una enorme preparación, todos entrenábamos juntos, eran troleadas las que nos daban, para estar bien físicamente y así no tener excusas durante los juegos, también hacíamos exámenes, teníamos que conocer las 17 reglas del fútbol como las tablas en la escuela. Mis instructores me decían que corría más que el balón.
¿Cuándo inició quienes eran los árbitros de renombre?
Habían muchos de gran prestigio, como Cecilio Midence, los hermanos Martínez; Germán Palma, Argelio Sabillón, “Chulampín” Cedillos, Julio López, eran buenos.
¿El salario de los árbitros?
Una miseria, comparado con lo que ganan hoy en día, porque solo me daban 300 lempiras por juego si lo hacía como central, y de asistente la mitad, 150, de viáticos nos daban 200 pesitos, ahora ganan bien. El arbitraje era un hobby, con eso que se ganaba no hubiese podido mantener a mi familia, yo trabajaba en el Ministerio de Salud.
¿Alguna vez trataron de sobornarlo para que ayudara a “x” equipo?
Nunca, gracias a Dios, en aquellos tiempos era todo sano, la afición, los jugadores y los dirigentes, y como yo no me relacionaba con esa gente, y nunca me di cuenta que algún compañero le hayan hecho tal propuesta.
¿Cómo llega el apodo de “Chespirito”?
El periodista Diógenes Cruz fue quien me puso así, estaba en un juego de línea y me tomaron una foto, al día siguiente salí en el periódico con el apodo de “Chespirito” Ramos, y en las transmisiones el finado decía en la radio hoy pitará “Chespirito”.
¿Ese apodo lo hizo popular?
Es un sobrenombre que cambió mi vida y hasta mi nombre, pues mucha gente solo por “Chespirito” Ramos me conoce, hasta los niños que no me vieron arbitrar me dicen así, y la verdad a mí nunca me molestó.
¿Es cierto que es gran seguidor del Marathón?
Antes de entrar al arbitraje seguía mucho los juegos del Marathón, tenían grandes jugadores en esa época como los Caballero, “Nayo” y “Cofra”.
¿Le ayudó a Marathón cuando lo dirigió?
No, nunca, ya no era tan seguidor del club cuando entré al arbitraje de manera profesional, me daba igual ganara o perdiera.
¿A qué edad se retiró?
Me retiré a nivel profesional en 1990, pero después estuve cuatro años más pitando a nivel burocrático, creo que lo hice algo joven, pues todavía me sentía con fuerzas, en aquel tiempo no había límites para dejar el arbitraje, creo que a mis 71 años todavía me considero apto para arbitrar, siempre me mantuve físicamente.
¿A su retiro le hicieron algún homenaje?
No, nunca, pero ni una placa de reconocimiento, la verdad, no sé lo que pasó, yo me retiré sin hacer mucha bulla.
¿Su opinión del arbitraje actual?
La verdad que no me gusta hablar de los árbitros-colegas, le digo así porque todavía me considero árbitro y a ellos mis compañeros, en este trabajo nunca se queda bien con alguien, el que pierde culpa al juez, ahora es diferente porque el fútbol es más violento, los jugadores alegan mucho y no respetan las determinaciones.
¿Cómo se portaban en el campo los jugadores en su época?
Se dedicaban a jugar y no a pelear, era raro que saliera un lesionado, es más cuando yo arbitré nunca un jugador salió en camilla por un golpe.
Lo respetaban los jugadores, ¿o lo miraban de menos por su estatura?
Nunca me miraron de menos, y eso que había jugadores grandes y corpulentos, y eso que yo les decía mire compa, si me vuelve a hacer otro lo mando para su casa, aquí viene a jugar y conmigo no se discute, o les sacaba tarjeta y les decía aquí te vas papi y a la otra vas para afuera compañero, y nunca me dijeron nada.
¿A qué jugador le temían los árbitros?
De temer, temer, a nadie, pero el más difícil de arbitrar era Carlos Orlando Caballero, una vez le rompió la nariz a Cecilio Midence Torres, gracias a Dios yo nunca tuve problemas, los jugadores me querían y respetaban, igual la afición que cuando saltaba al campo me aplaudían.
¿Sus récords como árbitro?
Yo nunca expulsé a un entrenador, tampoco a un jugador hondureño, nunca se me lesionó un jugador dentro de la cancha, y él único expulsado que tuve en mi carrera fue al brasileño Pedro Caetano Da Silva, del Motagua, en un juego ante Universidad, por un golpe en la cara que le dio al “Chino” Aguilar.
¿Qué significa el arbitraje?
Es una profesión bien delicada, más ahora, cuando yo estaba era sabroso arbitrar, pues las decisiones las respetaban, nunca me mentaron la madre, y si lo hubiesen hecho me habría retirado, la gente siempre me admiró por el trabajo. MÁS
Hugo Navarrete
@hugonavarrete81
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