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La Bicolor

Tras la senda del Mundial’86

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PRETORIA, (EFE).- El 29 de junio de 1986, tal día como ayer de hace 24 años, Argentina entera levantaba la Copa del Mundo a través de los brazos de Diego Armando Maradona, el capitán del equipo, el alma, el hombre que ahora, 24 años más tarde, sentado en el banquillo, persigue la senda de aquel éxito, revivir el espíritu de aquel torneo, reeditarlo.

Argentina con Maradona, se coronó campeona en México 86.

Eso se ha propuesto Maradona, que desde que llegó a Sudáfrica multiplica los guiños al último Mundial ganado por la “albiceleste”, unos buscados, otros que le vienen dados por el azar.

Como el cruce con Alemania en cuartos de final, que permitirá a Argentina reeditar aquella final del estadio Azteca del Distrito Federal en la que Brown, Valdano y Burruchaga dieron la gloria al equipo entrenado por Carlos Bilardo frente a la escuadra dirigida por Franz Beckembauer.

El próximo sábado volverán a verse las caras con los germanos, esta vez por un puesto en las semifinales, igual que hace cuatro años en el Mundial de Alemania, cuando se impusieron los locales en una emocionante tanda de penaltis.

Pero el Mundial de 2006 no es referente para Maradona. Ni para Argentina. Conducidos por el «Pibe de Oro», los albicelestes se miran en el espejo del 86.

Buscan resucitar la atmósfera de aquellos días, la mentalización que logró aquel grupo, la fe ciega en la victoria. Maradona se ha obstinado en rescatar de su memoria los recuerdos del 86 y construir, casi paso a paso, aquella victoria.

Su máxima obsesión está siendo formar un grupo, un equipo sólido, inquebrantable, que no dude de la victoria y que la fe lo haga realidad.

Y convertir a Lionel Messi en su reencarnación, el hombre determinante, el que aparezca en el momento clave y aupe al equipo, lo lleve camino de la gloria.

Por eso el de Rosario está en el centro del equipo, lo vertebra, engrasa el ataque y, aunque todavía no ha marcado, ha sido el que más peligro ha creado, quien ha puesto en pie a los estadios cada vez que toca la bola.

Como otros seis compañeros, Messi no había nacido en el 86 y, por tanto, no tiene ningún recuerdo de aquel encuentro del estadio Azteca, ni de aquella generación.

El jugador del Barcelona se enganchó a los Mundiales más tarde. En el 98, cuando la “albiceleste” cayó en cuartos de final contra Holanda. Otro Mundial del que no quieren saber nada los argentinos.

El referente es el 86 y nada más. Ni siquiera el 78, el otro triunfo argentino, el Mundial de casa en el que Maradona se quedó fuera porque César Luis Menotti decidió que todavía era demasiado joven para un reto de esa envergadura.

De aquel Mundial de México lo quiere repetir todo el «Pelusa». Y la historia, a menudo obstinada en hacer guiños, le ha puesto algunos recuerdos en el camino.

Como a Corea del Sur de rival en la primera ronda, igual que hace 24 años. Entonces también se le ganó, con dos goles de Valdano y uno de Ruggeri. En Sudáfrica el héroe fue Gonzalo Higuaín, que marcó tres dianas para acabar 4-1.

El seleccionador surcoreano Huh Jung-Moo era entonces jugador y le tocó marcar a Maradona. Menuda tarde tuvo. Sólo con faltas pudo pararle.

Pero el «Pibe» no marcó. Tiempo tenía de recuperarse. Y lo aprovechó, porque acabó aquel Mundial como máximo anotador argentino. Fue el Mundial de «la mano de Dios» y del «gol del siglo» a Inglaterra.

A Messi le marcó el camino. El de Rosario, dice Maradona, no debe de tener prisa. Los goles ya vendrán cuando más falta haga. Está escrito en la historia. O, al menos, eso cree Maradona.

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