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Tenis

Naomi Osaka, un mestizaje atípico en Japón que atrae a las marcas

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Luce los colores de la bandera japonesa sobre las pistas de tenis, pero su padre es de Haití y ella creció en Estados Unidos: Naomi Osaka cuestiona la noción de identidad en un archipiélago étnicamente homogéneo, y muestra un perfil atípico que suscita el interés de las marcas.

A pesar de su derrota en casa el domingo en la final del Torneo de Tokio, la jugadora de 20 años pudo comprobar su inmensa popularidad en el país nipón, dos semanas después de su triunfo en el US Open, que la convirtió en la primera tenista, incluyendo a hombres, en conquistar un Grand Slam.

Pero Naomi Osaka no es la primera deportista mestiza en acceder a la gloria en Japón.

Koji Murofushi, mitad rumano, conquistó el oro en lanzamiento de martillo en los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004. Doce años después, en Rio, el velocista Aska Cambridge, con orígenes jamaicanos, lograba la plata en el relevo 4×100 metros masculino.

Otro mestizo conocido, Yu Darvish, un japonés-iraní, es una estrella del béisbol que juega en Estados Unidos con los Chicago Cubs. El equipo de tenis de la Copa Davis cuenta también con mestizos, Taro Daniel y Ben McLachlan.

– Contratos jugosos –
Pero la nueva sensación del tenis nipón parece destinada a algo más grande, y las empresas apuestan sobre seguro en términos de marketing.

«Comparada con el jugador de tenis Kei Nishikori, que es una superestrella en Japón pero que no está en el Top-5 del mundo, Naomi Osaka tiene potencial para ser número 1», comenta Hirotaka Matsuoka, profesor de patrocinio deportivo en la universidad de Waseda en Tokio.

«Además, su triple identidad (Japón, Haití, Estados Unidos) hace de ella una deportista del mundo».

«En la actualidad es la deportista con mayor potencial de marketing de Japón, y quizá del planeta», lanza.

La marca deportiva alemana Adidas, que tiene contrato con ella hasta final de año, estaría dispuesta a un nuevo acuerdo por valor de varios millones de dólares, según informaciones de la prensa, lo que situaría a la joven entre las deportistas mejor pagadas del año en la lista Forbes -ocho jugadoras de tenis figuran entre las diez primeras-, no lejos de Serena Williams (18 millones de dólares).

A dos años de los Juegos de Tokio, tribuna de excepción para los deportistas nipones, las empresas del país quieren aprovechar la oportunidad, como el fabricante de raquetas Yonex, el gigante de alimentación Nissin Foods y el especialista de relojes Citizen Watch.

«Ante un mercado japonés en declive, las grandes compañías buscan extender sus actividades en el extranjero, y Naomi Osaka es la persona ideal para ello», estima Matsuoka.

Apenas llegada a Japón tras su victoria en Nueva York, firmó un contrato de tres años con el constructor de automóviles Nissan, que valora su juventud, su audacia, su candidez y su perfil cosmopolita.

– Cambio mentalidades –
Su reputación en Japón, las alabanzas que recibe en la prensa y el interés de las empresas contrastan con la situación general de los ‘hafu’ (palabra que deriva del término mitad, para referirse a los mestizos) en el archipiélago.

Los prejuicios raciales no se han acabado hacia los hijos de matrimonios mixtos, que representan apenas un 2% de los nacimientos anuales.

¿Puede Osaka contribuir a un cambio de las mentalidades?

Asediada a preguntas sobre su identidad, Naomi Osaka, que no habla japonés con fluidez, confiesa que ello le hace sentirse incómoda. «No creo realmente que sea una mezcla de tres orígenes distintos», explicaba a su llegada a Tokio a mediados de septiembre.

Pero ella se muestra sin embargo preparada para su nuevo estatus. «Jugué a tenis toda mi vida y es el mundo en el que crecí», sin ir a la escuela, «así que no puedo decir que sufrí humillaciones pero si puedo ayudar de una manera o de otra, estoy dispuesta».

«Naomi es sin duda un modelo», estima por su parte Priyanka Yoshikawa, una japonesa de origen indio designada Miss Japón en 2016, un año después de la polémica elección de una mestiza negra, Ariana Miyamoto, sobre la que cayeron multitud de insultos y desprecios en las redes sociales.

«Japón debería estar orgulloso, ella puede derribar murallas, pero aún hará falta tiempo para que los ‘hafu’ sean considerados japoneses a todos los efectos». AFP

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