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Fútbol Internacional

El fútbol portugués, la fábrica de sueños de los jóvenes africanos y sudamericanos

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Nogueira do Cravo, Portugal | AFP | Sueñan con ser el nuevo Ronaldo pero ignoran lo que les espera. Atraídos por promesas de importantes contratos, cada vez más jóvenes futbolistas de África y Sudamérica desembarcan en Portugal, puerta de entrada del deporte rey en Europa.
Pocos de los que llegan podrán firmar con algún club prestigioso. Muchos serán expulsados por la policía de fronteras o abandonados por agentes deportivos sin escrúpulos.
Valentine Akpey, un nigeriano de 20 años, toma su desgracia con paciencia. Infatigable, se entrena con su compatriota Sunday Akoh haciendo malabarismos con el balón, con las cimas nevadas de la cadena montañosa de la Serra da Estrela como majestuoso escenario.
Desde hace dos años juega en el Nogueirense, un club amateur de tercera división, en el norte de Portugal. «Trabajo duro para lograr un puesto en una división superior», señala Valentine.
El joven nigeriano de rasgos finos y con rastas cuidadas esboza una tímida sonrisa: «Sueño con jugar en el Barcelona, como Messi. El mejor fútbol está en Europa, todos los jóvenes africanos quieren venir aquí».
No había cumplido los 18 años cuando llegó a Portugal con un grupo de jóvenes, dirigidos por un agente nigeriano que los descubrió cuando jugaban en las calles de la capital, Abuya.
En el verano boreal de 2014 fue atrapado por la policía debido a que su visado había expirado. Las autoridades portuguesas le dieron 20 días para regularizar su situación o regresar a Nigeria.
Un contrato de trabajo, muy modesto, propuesto por el Nogueirense, le ayudó a salir del paso. Ahora vive en un modesto alojamiento en el estadio que comparte con otros siete jóvenes jugadores, llegados de Costa de Marfil, Malí o Colombia.

– ‘Tráfico de jugadores’ –

Joaquim Evangelista, presidente del sindicato de futbolistas profesionales portugueses, ha denunciado «el tráfico ilegal de jugadores menores».
«Hay padres que se endeudan para financiar el sueño de sus hijos y pagan a los agentes hasta 3.000 euros en África o 5.000 euros en Brasil», explica.
Las reglas de la FIFA prohíben cualquier traspaso internacional de jugadores menores de 18 años, salvo dentro de la Unión Europea.
«Con la crisis, cada vez más clubes amateurs aceptan formar a los jóvenes y actuar como canteras. Si los jugadores tienen éxito son traspasados a los grandes clubes, lo que les puede aportar mucho dinero», añade Evangelista.
Pero en caso de fracaso, «los jóvenes son abandonados por sus agentes y terminan en la calle, algunos caen en la delincuencia o en la droga», subraya.
Al menos 15.000 jóvenes jugadores africanos prueban fortuna cada año en Europa, con una tasa de fracaso del 70%, según la asociación Fútbol Solidario. Entre 1.000 y 1.500 chicos que aspiran a jugar al fútbol profesional se encuentran actualmente en Portugal de manera clandestina, estima la policía de fronteras.

– 39 bocas que alimentar –

Ansumane Fati, un jugador de 24 años de Guinea-Bissau, protagonizó un milagro. A los 18, tras no ser admitido en la academia del Sporting de Lisboa al término de tres meses de prueba, fue abandonado por su agente.
Entonces inició un recorrido lleno de obstáculos. Aterrizó en un modesto club amateur en el norte del país donde dormía en un trastero bajo las gradas del estadio. Luego cambió dos veces de club hasta encontrar un puesto como profesional en Freamunde, en segunda división.
«El fútbol es una pasión, pero también un medio para cubrir las necesidades de mi familia en Guinea-Bissau», explica Ansumane.
«Desde la muerte de mi padre, tengo a mi cargo 39 personas a las que debo alimentar», cuenta Ansumane. Este esbelto atleta que luce una chaqueta de cuero marrón y un amuleto colgado del cuello gana ahora 1.500 euros al mes, diez veces más que en sus inicios en Portugal.
«Los jugadores extranjeros no cuestan caro a los clubes, que les dan alojamiento y comida, pero el sueldo es a menudo irrisorio», señala Joao Manteigas, abogado especializado en derecho deportivo.
Temerosos de las represalias, pocos jugadores se atreven a hablar; es la ley del silencio.
El joven brasileño Alex Rambo rompió la ‘omertá’: «Tenía miedo, pero finalmente terminé por hablar públicamente de mi caso para obtener ayuda».
Un agente le había prometido un contrato con el Oporto, pero una vez en Portugal, el acuerdo nunca se cerró.
Con 18 años, Rambo se encontró solo y sin dinero en una habitación de hotel durante dos meses.
De regreso a Brasil, el ahora delantero estrella del Osvaldo Cruz no abandona la idea de volver a salir del país, «pero solo con un contrato bajo el brazo».

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