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Baloncesto

Oakland presumió ante San Francisco de equipo campeón

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Las calles de Oakland volvieron a ser el centro de atención nacional con el desfile que le dedicaron a sus nuevos héroes deportivos, los Warriors de Golden State, que consiguieron que le pasado martes consiguieron el título de campeones de la NBA.

Además, los residentes de Oakland, la ciudad pobre vecina de la rica, elitista y famosa, San Francisco, pudieron presumir de tener de nuevo un equipo campeón nacional, algo que no les sucedía desde que los Atléticos de Oakland, del béisbol profesional de las Grandes Ligas, ganaron la Serie Mundial de 1989, nada menos que ante los Gigantes.

Un título, que aunque estuvo ensombrecido por el terremoto que se produjo en San Francisco durante la celebración del tercer partido de la llamada Serie de la Bahía, también hizo que Oakland aportase a la nación y al mundo la mejor imagen.

Desde entonces, Oakland no había tenido ya fortunada de volver a disfrutar de un equipo campeón, aunque los Atléticos con el piloto Tony La Russa al frente, regresaron a la Serie Mundial de 1990, pero perdieron con los Rojos de Cincinnati.

De ahí que el recorrido por las calles de Oakland para festejar de nuevo otro título nacional y en el caso de los Warriors después de 40 años, tuvo un significado especial para todos los residentes de Oakland, que les tocó ver también el pasado octubre como los Gigantes se proclamaban de nuevo campeones de la Serie Mundial por tercera vez en los últimos cinco años.

Ahora les tocaba a ellos el turno de la reivindicación, y las calles de Oakland se tiñeron de amarillo y azul, mientras que miles de seguidores de los Warriors vitorearon a su equipo durante el desfile, que estuvo lleno de entusiasmo y fervor por sus nuevos héroes deportivos, entre los que destacó el base Stephen Curry junto a su familia.

Oakland esta vez era el centro de atención de los medios de comunicación que trasmitían la mejor imagen y demostrando que la ciudad famosa por problemas relacionados con el crimen, la corrupción, protestas y violencia, también tiene el lado grandioso del triunfo deportivo que los Warriors se ganaron con todos los honores.

El centro de la ciudad se llenó de aficionados ataviados con los colores de los campeones de la NBA, para ver a los jugadores, al trofeo Larry O’Brien y al rapero MC Hammer, que hizo las delicias de los seguidores de su música.

Al margen de la fiesta y lo que siempre se ve en los desfiles de los equipos campeones en los deportes profesionales estadounidenses, la comitiva de los Warriors volvió a tener un perfil, como lo hicieron durante toda la temporada con su baloncesto, por el que muchos no apostaron, pero que en el campo convenció a todos.

De ahí que los jugadores se limitaran a decir lo felices que estaban por haber dado un nuevo título a los seguidores y a la ciudad después de 40 años y que su misión de cara la próxima temporada volvería a ser la misma.

Trabajar con humildad, sacrificio permanente, no sentirse nadie estrella dentro del equipo y sobre todo estar convencidos que cada una de las aportaciones fueron importantes y decisivas a la hora de proclamarse campeones de la NBA y de hacerlo nada menos que ante el alero LeBron James, que el mismo que se autoproclamó «el mejor del mundo».

Eso fue lo que se vivió en las calles de Oakland, un mundo de felicidad y de satisfacción por haber asistido al desarrollo de un modelo deportivo perfecto, y ver de cerca por última vez hasta la próxima temporada a los jugadores que fueron los verdaderos artífices de ejecutarlo hasta el final

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