El ansia de ganar

Vine a Brasil vía Montevideo. Era lo lógico. Allí viven los hermanos que me quedan. Cuando llegué a Honduras éramos 9, ahora solo quedamos 4. Estando tan cerca, solo a 13 horas por tierra de Porto Alegre, donde debuta Honduras el 15, aproveché para ir a visitarlos. Pero aparte era más barato, casi 400 dólares menos, así que maté dos pájaros de un tiro.
Salí de San Pedro Sula por Avianca. Un viaje con dos escalas, que creo es esa una de las razones del buen precio, una larga como de 4 horas en Costa Rica, y otra más corta de menos de una hora en Lima. En total entre vuelos y espera, llegué en 17 horas, nada casi, para quien la urgencia más grande es estar en el estreno de la H en el mundial.
Los uruguayos están tranquilos con su selección. No piden mucho. En la segura culminación del ciclo del maestro Tabárez como entrenador, si bien esperan que al menos haya una actuación decorosa, saben y entienden, que este plantel mantenido gracias a la filosofía del maestro, de defender a capa y espada la continuidad del grupo que formó hace unos 6 años, está en sus últimos momentos, cualquiera sea la actuación de la celeste en la copa. Claro, que el prestigio y la capacidad goleadora de Luis Suárez los vuelve optimistas.
En Porto Alegre, a pesar de la cercanía del inicio, la gente está en otra cosa. Hay muy poco entusiasmo por el mundial, parece que fuera en otro lado. Pero para saber a ciencia cierta el éxito del torneo habrá que esperar que hayan arrancado todos los grupos. Seguramente, si Brasil inicia con buen pie contra Croacia el próximo 12 en la inauguración, enseguida el pueblo brasilero se volcará en su apoyo. Su país ha ganado ya 5 copas mundiales fuera de fronteras y la única vez que fue local, cayó en el Maracanazo frente a Uruguay en 1950. Este es el momento de la revancha, después de 64 años de espera. ¿Podrá lograrlo?
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