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La Bicolor

Pasión y decepción en Sudáfrica

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DURBAN,  (Sudáfrica). (EFE).- El último cartucho de la selección de Sudáfrica para sobrevivir en el Mundial 2010 fue un «clavo ardiendo» para sus fieles, un suspiro para sus seguidores que justificaron la cita contra Francia para aunar aliento y alimentar la ilusión por prolongar su estancia en un evento que han hecho suyo.

El llanto y la tristeza de los sudafricanos, fueron notorios por la eliminación de su selección.

La victoria frente a Francia, aunque finalmente dejó al combinado de Carlos Alberto Parreira entre la relación de descabalgados del Mundial, elevó el sentimiento sudafricano. Disparó los ecos de las vuvuzelas y amplió la dimensión de la lucha de un país por una causa imposible.

Durban, una de las ciudades más renombradas de Sudáfrica, posiblemente la de mayor dimensión turística dado el clima y su ubicación, a orillas del Índico, se aunó en busca del milagro. No era cuestión de triunfo, como se vio. También contaban los goles.

Uruguayos y argentinos celebraron juntos el boleto a octavos de final.

La otra cara de la moneda del grupo A, se vivió en el estadio Real Bafokeng de Rustenburgo, donde las aficiones de Uruguay  y México festejaron entre sí la clasificación de su representación a la siguiente fase.

Quienes más festejaron fueron los uruguayos, ya que su equipo finalizó la etapa preliminar de buena manera; mientras que los “aztecas” sufrieron algo porque su selección pasó de “panza”, gracias a la diferencia de goles. 

El dolor de los anfitriones por quedar fuera de la fiesta futbolera se observó en las gradas del Free State Stadium de la ciudad de Bloemfontein.

A pesar que el anfitrión está fuera de combate, las ciudades de Sudáfrica, aún vivirán fútbol.

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